A penas 21 años tenía Osmani Hidalgo Leyva, uno de los cubanos que perdió la vida en un trágico accidente en Río Grande do Sul el 1 de enero, a miles de kilómetros de su tierra natal.
Leyva se había casado hacía tres semanas en Las Tunas con Elianis Díaz, y el pasado 30 de diciembre había actualizado por última vez su foto de perfil en la red social Facebook para colocar una imagen junto a su esposa.
El joven se dirigía a la ciudad fronteriza de Chuy, una ruta muy concurrida de migración irregular hacia Uruguay, junto a él fallecieron otros dos cubanos, Niurka García Roque, de 46 años, y Reinaldo Delgado Díaz, su esposo, de 45 años.
Armando Sosa González, de 24 años, sobrevivió al accidente, y ahora permanece en una clínica en Brasil a la espera de su hermano, Adrian Sosa, residente en Miami.
El último mensaje de Leyva fue “Happy New Year 2018” en la red social, no sabía qué le iba a deparar el nuevo año.
Al joven de 21 años le sobreviven tres hermanos, su madre con quien vivía en el barrio tunero Buena Vista, y su esposa Elianis cuenta a 14ymedio: “La familia está destrozada, no entendemos qué ocurrió”. Leyva le había comentado a su esposa que viajaría a Guyana en compañía de su hermano y de su padre, pero mantuvo en secreto el plan de emigrar a Uruguay.
“Su madre está devastada”, confesó Elianis Díaz al medio de prensa independiente.
«No puedo hablar sobre él. Ha pasado muy poco tiempo. Esto ha sido demasiado, es muy crudo aún”, dijo la viuda.
“Todavía están haciendo las gestiones para repatriar el cuerpo, pero eso es un proceso caro. Tengo entendido que los trámites son a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, pero ni la madre ni yo tenemos cabeza para eso ahora”, añadió la esposa del migrante fallecido.
Las pertenencias de los cubanos que murieron, junto a 2.000 dólares las llevaba consigo el sobreviviente, y ahora se encuentran en poder de la policía brasileña. Los oficiales dijeron el accidente está bajo investigación aun, y tanto las autoridades uruguayas como las brasileñas sospechan de la presencia de redes de coyotes que están ayudando a los cubanos a cambio de dinero, a llegar a tierras australes.
Los teléfonos de las víctimas están en manos de la policía, que espera hallar más información.
Al dolor de los familiares de los migrantes fallecidos se ha sumado la falta de información sobre lo ocurrido; la prensa estatal en Cuba no ha cubierto el accidente, en el hogar de Leyva no cuentan ni con servicio telefónico, las amistades y la familia intentan seguir lo sucedido a través de internet, en un país desconectado.
El consulado de Cuba en Sao Paulo se negó a ofrecer declaraciones a 14ymedio, sobre la condición migratoria de los muertos.
Samuel Enrique Rodríguez, un amigo de Osmani dijo vía telefónica: “era un excelente joven, se acababa de casar y tenía un futuro por delante, era un joven atlético y simpático que siempre buscaba hacer el bien a los demás”.
Según Rodríguez, el joven “quería trabajar en Uruguay para hacer dinero y mejorar sus condiciones de vida. Era un muchacho muy emprendedor y aquí las condiciones no son las mejores”.
El migrante de 21 años era evangélico, practicante, asistía a la II Iglesia Bautista Tesalónica en Las Tunas desde hacía tiempo.
Aunque el trámite puede costar miles de dólares, según el amigo de Osmani, algunas Iglesias de Brasil se han mostrado solidarias para ayudar a repatriar el cuerpo.
Ronelx Aguilar Villavicencio, miembro de la Iglesia Bautista, colocó en Facebook varias fotos en honra al fallecido, junto a un texto conmovedor.
“Decidieron irse con su padre a tierras desconocidas, al mundo ante ellos inexplorado. Creo que el Señor el 1 de enero de 2018 abrió las puertas del cielo para recibir a nuestro príncipe”, escribió Aguilar.
Decenas de comentarios ha provocado la publicación en la red social, Argel Hidalgo, el hermano que lo acompañaba escribió: “No puedo creer que mi hermano tan lindo esté muerto delante de mis ojos. Llevo dos días que no paro de llorar”.