La exconductora durante casi tres décadas del programa televisivo cubano «De la Gran Escena», María Victoria Gil, viajó esta semana a La Habana con motivo del proceso penal que enfrenta su hermano, Alejandro Gil, quien fue destituido recientemente de sus funciones como viceprimer ministro y ministro de Economía y Planificación en la isla.
Según una publicación en su perfil de Facebook, Vicky, como la conocen cariñosamente la mayoría de los cubanos, radicada hace años en la isla española de Tenerife, tomó un vuelo con destino a la capital de Cuba este lunes 4 de marzo y desde entonces no se ha sabido nada sobre ella.
En varios posts de la mentada red social la comunicadora escribió: «Partiendo hacia Cuba para continuar la grabación del documental sobre el reggae. Con RAS COCO MAN como protagonista (…) comienza la aventura, qué ilusión».
Casualmente, tres días con posterioridad a la llegada de Vicky a La Habana, el régimen cubano anunció que Alejandro Gil estaba siendo sometido a una rigurosa investigación por el Ministerio de Interior (MININT), acusándosele de cometer «graves errores» en el desempeño de sus cargos anteriores.
Según una breve nota oficial del presidente Miguel Díaz-Canel, publicada en los medios de prensa oficiales, el alto dirigente reconoció «graves imputaciones» y que renunció a ser miembro del Comité Central del Partido y Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular.
A pesar de que dicha nota no ofrece muchos detalles, deja entrever que se trata de un presunto caso de corrupción.
El pasado 2 de febrero el gobierno cubano dio a conocer la destitución de Alejandro Gil, así como de otros ministros, medidas que fueron propuestas por Díaz-Canel y aprobadas por el Consejo de Estado y el Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Como era de esperarse, María Victoria Gil reaccionó al anuncio por medio de las redes sociales, alegando que había rogado por ese «milagro» y que se sentía aliviada porque su hermano había «salvado su dignidad».
Al respecto expresó: «Soy agnóstica, lo confieso, pero en la Basílica de la Candelaria rogué el milagro de liberar a mi sangre de las ataduras de un sistema autoritario, dictatorial, obsoleto y fracasado. Cuando regresé a la casa, me encontré con la noticia en las redes».
Asimismo, agregó: «Es de dominio público que el gobierno cubano, a lo largo de su triste historia, ha utilizado a sus dirigentes a conveniencia y, cuando ya no les son útiles, cuando se enfrentan y dejan de ser títeres, los desaparecen y los desprecian».