para experimentar lo que sienten los miles de balseros cubanos que cada año hacen esa peligrosa ruta.
“Son solo 90 millas pero parecen miles”, dice Johnson. Y añadió: “esas personas (los balseros) se merecen que se cuente su historia”.
Johnson tratará que su travesía sea lo más parecida posible a la de los “balseros” auténticos que siguen llegando a las costas de Florida, más ahora que antes, pese al proceso de normalización de relaciones que los Estados Unidos y Cuba iniciaron en diciembre de 2014.
“La inmigración es un tema caliente en Estados Unidos ahora. Florida está metida en el asunto con la política de «pies mojados pies secos» que permite que los cubanos que lleguen a tierra por mar reciban el estatuto de refugiados. Poco se sabe del viaje que hacen y hay muy poca información también sobre qué es exactamente lo que lleva a estos hombres, mujeres y niños a venir hasta aquí”, revela como presentación a su aventura.
El alcalde de DeBary planea viajar a Cuba con su esposa, para lo cual ya tiene permisos como periodista, y una vez en la isla buscará la manera de construir la balsa de la misma forma que lo hacen los cubanos que hacen la travesía año tras año.
Con buen tiempo planea atravesar el estrecho de 90 millas en dos días, aunque consiente de que puede demorar ocho o más días con mal tiempo.
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