“Fidel (Castro) está muerto y ahora, enterrado, pero a pesar de los dramáticos titulares de la prensa sobre el cambio histórico de este año, Cuba sigue siendo un Estado de partido único, controlado por los mismos agentes de poder, los militares y la vieja guardia del Partido Comunista, y con las mismas cifras de víctimas”, señala fuente.
En Cuba una gran parte de la tierra y la mano de obra sigue estando en manos del estado; mucha limitación en la propiedad privada, sigue presente el racionamiento, las comunicaciones son estatales y el gobierno continúa reprimiendo a la disidencia.
“Mientras que ha habido alguna apertura para permitir la pequeña propiedad privada en los últimos años, no ha habido ningún movimiento hacia la reforma política.
El hermano de Fidel, Raúl, promete dimitir cuando termine su período presidencial en 2018, para dar paso a su presunto sucesor, el primer vicepresidente Miguel Díaz Canel, en una sucesión controlada.
Raúl se quedará como el jefe del Partido Comunista y seguirá siendo influyente detrás de la escena.
Pero no será hasta que Raúl y miembros clave del Politburó estén muertos y enterrados que se pueda ver un verdadero cambio político en Cuba. La muerte de Fidel es el comienzo, no el final”, asegura la fuente.
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