Después de que una inspección del gobierno detectara que los reos de Theo Lacy, en Orange, California, sufrían abusos y eran alimentados con comida podrida, se organizó un recorrido para la prensa en el que estuvo presente la AFP.
“Los tratamos con respeto”, asegura el capitán Jason Park, jefe de esta prisión que cuenta con 3,240 reclusos, antes de iniciar el recorrido por la impresionante instalación con paredes de bloques y alambre de púas en las rejas.
La prisión administrada por la oficina del sheriff del condado Orange, ubicada unos 50 km al sur de Los Ángeles, y sirve como prisión para la agencia de migración de Estados Unidos (ICE), con más poder bajo el gobierno de Donald Trump, que prometió deportar a 11 millones de indocumentados.
En el 2012 la organización no gubernamental Detention Watch Network (DWN) denunció abuso verbal y sicológico, negligencia médica, además de racismo, contra los inmigrantes en esa cárcel, algo que según su directivo, Danny Cendejas,continúa.
“Es una de las peores cárceles para inmigrantes”, dijo este activista que teme que, con Trump y su intención de detener más indocumentados, la situación empeore.
El fin de la visita guiada era demostrar la incongruencia del informe presentado por el Departamento de Seguridad Interna (DHS).
“Tenemos reglas que tienen que ser cumplidas por los reclusos y los detenidos” por casos migratorios, respondió Park mientras mostraba una celda de aislamiento modelo.
