El ex preso político cubano exiliado en los Estados Unidos, Luis Zúñiga a sus 70 años de edad revive un mal recuerdo a causa de los ataques sónicos al cuerpo diplomático de la embajada estadounidense en la isla.
A Zúñiga no le permitieron graduarse como ingeniero, porque no quería vincularse con la Revolución, pero este habanero tiene una mente “analítica” y conocimientos e interés por la tecnología, así lo apunta en una entrevista con Efe en Miami.
“A nosotros nos aplicaban ultrasonidos de alta amplitud de onda. Lo de ahora parecen ondas de baja frecuencia pero alta intensidad”, señala.
Refiriéndose a los diplomáticos estadounidenses en La Habana y familiares de estos, que fueron objeto en 2016 de aparentes “ataques sónicos”, y algunos de ellos enfrentan sordera y otros problemas de salud.
También funcionarios de Canadá, al menos cinco según medios canadienses, han padecido los mismos problemas.
El cubano se contraría al hablar de lo que le ocurrió en la cárcel de su país donde sufrió prolongadas torturas auditivas. “Días y días” fue víctima de los “ruidos electrónicos” en prisión.
Luis tiene gran certeza al responder la pregunta de si el Gobierno cubano está detrás de los supuestos ataques sónicos, con referente a lo sucedido dice:
“Absolutamente”
Descarta completamente que sea obra de personas que hayan actuado por su cuenta, algo que considera imposible en un “estado policial” y piensa eso sí, que tal vez podría ser un “error humano”: que alguien se pudiera haber excedido con la intensidad de las ondas.
Para este “plantado”, así se le conoce a los presos políticos más rebeldes, que escapó dos veces y fue castigado por esto en los pabellones especiales de los penales de Combinado del Este (La Habana) y Boniato (Santiago de Cuba),el objetivo de los “ataques sónicos” es el que tiene siempre la inteligencia cubana respecto a funcionarios extranjeros.
“Amedrentarlos, crearles un estado de desasosiego, ponerles a la defensiva, para inhibirles de hacer algo que vaya contra los intereses del régimen y de paso mandar un mensaje al Gobierno (en este caso EE.UU.): ¡cuidado con lo que hacen aquí!”, indica.
Llegando a Estados Unidos, Zúñiga intentó contactar con los agentes de la inteligencia cubana que desertan para que le informen de las “técnicas” que utilizan, pero no fue por ellos por los que conoció los antecedentes de las torturas con sonidos, que “no son una innovación cubana”.
Cuenta que el régimen comunista de Vietnam del Norte las empleó contra los prisioneros durante la Guerra del Vietnam.
El expreso político ha contado sus vivencias y ha denunciado las flagrantes violaciones de los derechos humanos en Cuba ante el Consejo General de Naciones Unidas. Lo hizo como parte de la delegación de Nicaragua, mientras presidieron Violeta Chamorro y Arnoldo Alemán, y después como parte de la de Estados Unidos con George W. Bush en la Casa Blanca.
Tan solo hace unos meses testificó en la primera audiencia publicada de la Comisión Internacional de Crímenes de Lesa Humanidad del Castrismo que tuvo lugar en Miami, donde reveló las torturas de las que fue víctima por parte de carceleros al mando del capitán Alvis Matos y recordó a su compañero de prisión Rafael del Pino Siero, quien, según su testimonio, se suicidó en medio de una de esas jornadas de “ruidos electrónicos”. Algo que Zúñiga considera extraño.
El cubano no está de acuerdo con el cierre de la embajada de Estados Unidos en La Habana debido a los ataques sónicos, tampoco cree en la efectividad de las medidas que perjudican al pueblo, está a favor de las que apuntan a la cúpula y su dinero.
De cualquier modo piensa que existe una realidad ineluctable: “los gobiernos de Estados Unidos, republicanos y demócratas, han optado por considerar al régimen castrista como inevitable”.
(Con información de El Nuevo Herald)