Los vendedores de libros y antigüedades de la Plaza de Armas, que fueron desplazados del lugar el pasado 1ro de marzo, se quejan de que lo han perdido todo después de que fueran obligados a moverse a la antigua Casa de Justicia de Santa Ana, en Baratillo y Jústiz, reporta Diario de Cuba.
«¿Cómo lograr que entren los turistas en el inmueble arrendado y se obtenga un ingreso aceptable para cubrir los tributos a la ONAT, a la Seguridad Social, a [la inmobiliaria] Fénix S.A. y, ¿por qué no?, a la CTC [Central de Trabajadores de Cuba] municipal de La Habana Vieja», indaga el sindicato de los cuentapropistas en un documento enviado el pasado 4 de julio la dirección e Fénix S.A., parte del consorcio militar GAESA.
Los cuentapropistas habían radicado en la Plaza de Armas durante 20 años hasta que fueron obligados a instaurar dos turnos de trabajo debido al hacinamiento del nuevo lugar.
«Cuando radicábamos en la Plaza de Armas, anualmente ingresábamos al presupuesto del Estado una cifra real de 1.257.600 pesos [unos 50.300 dólares] y fuimos pioneros, dentro del Casco Histórico, en donar voluntariamente un dólar como contribución extra, hasta que ese donativo se convirtió con los años en tributo obligatorio», narró uno de los cuentapropistas.
Asimismo, indicaron que después de más de 20 años sus aportes culturales habían quedado eliminados.
«Establecimos desde siempre precios preferenciales para los cubanos de a pie. Por la deficiente bibliografía que enfrenta la biblioteca Rubén Martínez Villena, decidimos hacer préstamos de libros. Y nunca pudimos hacerle donativos porque, según los directivos de la biblioteca, eso les afectaría el presupuesto anual de compras», dice otro cuentapropista.
«Además fuimos los que más contribuimos a conglomerar personas en ese parque [la Plaza de Armas], porque los sábados y domingos se llenaba de cubanos y la afluencia de turistas era tremenda», apunta otro miembro de la sección sindical.