El actor cubano César Évora, recordó la época en que decidió irse definitivamente de la isla para trabajar en México.
Una decisión que le propició una exitosa carrera artística dentro del mundo de las telenovelas en el país azteca.
Évora recuerda que Televisa no quería contratarlo por motivos relacionados con su nacionalidad, sin embargo, él se arriesgó. El actor había viajado a la capital mexicana para formar parte del elenco de la novela ‘Corazón Salvaje’ de la compañía antes mencionada, posteriormente regresó a Cuba para iniciar los preparativos para mudarse a México.
Estando en Cuba recibió una llamada de uno de los productores de la compañía, para informarle que no podrían contratarlo por órdenes de los directivos:
“La dirección de Televisa no quiere que estés aquí porque hubo hace un año un problema con Verónica Castro, un programa de La Movida que se hizo en La Habana”, le explicaron. “En fin, se podían mover sentimientos contra mí por el hecho de ser cubano”, agregó Évora.
El argumento planteado, dijo Évora que no lo convenció y decidió regresar a México por su cuenta, para personalmente hablar con alguien de televisa y llegar a un acuerdo, pues estaba decidido a trabajar con la empresa.
En entrevista en el programa Faisy Nights, comentó:
“Fui a la embajada de México, hablé con el cónsul, le dije que había estado hace dos semanas en su país. Me conocían de la televisión, del cine”, “Y me vine para acá, con boleto de ida solamente, sin regreso, un maletín y 40 dólares en el bolsillo, ese era mi capital”
Para su suerte logró hablar directamente con Emilio Azcárraga:
“Me lleva ante un grupo de señores, no sabía quién era quién. Sabía quién era el jefe, era el señor Azcárraga y estaba todo su equipo de trabajo”
Después de conversar sobre la contratación, el señor Azcárraga le dijo: “Te quedas por contrato de 4 años de exclusividad”, además le pagaron el hotel y un boleto de regreso a Cuba para que terminara de organizar su mudanza.
“El señor Azcárraga pasaba por los foros y lo recuerdo muchísimo en esta empresa, caminando y de visita viendo escenas, siempre me saludaba con un cariño y respeto, me decía: ‘muy bien, Évora’ y me daba la mano”, recordó.
Sobre su niñez en la isla recuerda que fue como la de cualquier niño:
“Yo crezco como cualquier niño puede crecer en Cuba, en las circunstancias de la realidad cubana. Había limitaciones y creo que era para todos y vivíamos con lo que teníamos”, “Tuve una buena educación, era una época en que los maestros trabajaban por vocación”