Pepe Casañas, un campesino de 71 años de edad, asegura tener una salud inquebrantable gracias a las picadas de un alacrán, cuyo veneno es inocuo y contiene propiedades antinflamatorias y anlagésicas, reporta EFE.
Sus inicios, según relata, fueron buscando un remedio contra el dolor provocado por las abejas, cuando se dejaba picar para contrarrestar alguna molestia.
«Hace unos ocho años que empecé con esto del alacrán. Me empezaron a doler los huesos, la artritis, y me ayudó a asentarme», dijo Pepe, habitante del poblado de Los Palacios, en la provincia occidental de Pinar del Río.
«Se me hinchó el brazo hace unos meses. No podía hacer nada de esto -dice mientras flexiona el codo-, ni lavarme los dientes, ni peinarme. Me puse un alacrán, lo apreté, me picó dos veces, y mira, ya lo tengo bien», dijo el campesino quien proviene de una familia de apicultores.
Según asegura, una mordedura de alacrán, a la que se somete al menos una vez al mes, no es tan dolorosa como puede parecer.
«A mí no me duele nada la picadura. Y si en Cuba se está usando como tratamiento contra el cáncer, tiene que ser bueno», dice Pepe, que a veces se guarda el alacrán en el sombrero, donde se queda «dormido sin hacer nada», pero lo tiene a mano en caso de sentir algún dolor.
En Cuba, el veneno del alacrán se utiliza como principio activo del Vidatox, un medicamento homeopático que se prescribe fundamentalmente para el alivio del dolor y síntomas provocados por el cáncer.
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