La hija del fallecido opositor cubano Oswaldo Payá no ha quedado indiferente ante la decisión de Barack Obama de reanudar las relaciones diplomáticas con Cuba y ha enviado una carta abierta al presidente Barack Obama.
Sr. Barack Obama
Presidente de los Estados Unidos de América le escribo porque asumo que las decisiones que usted acaba de comunicar sobre la política exterior de los Estados Unidos con respecto a mi país están inspiradas por la buena voluntad.
Y apelo a esta buena voluntad a pesar del contrasentido que significa ordenar revisar la presencia de Cuba en la lista de países terroristas, cuando hace apenas un año el Gobierno cubano fue sorprendido intentando pasar toneladas de armamento activo de manera clandestina en un barco norcoreano a través del Canal de Panamá. O cuando hace poco más de dos años la seguridad del estado cubana provocó el atentado que terminó con la vida de mi padre, Oswaldo Payá, Premio Sajarov del Parlamento Europeo, y del joven Harold Cepero, y el gobierno cubano se niega a permitir una investigación independiente de los hechos. Ni siquiera ha entregado el informe de autopsia a mi familia.
El régimen cubano descubrió que necesita cambiar de imagen, que puede flexibilizar algunas áreas mientras mantiene todo el poder. Descubrió que puede permitir que más cubanos entren y salgan del país, o que algunos tengan pequeños negocios, pero la decisión de quién viaja y de quién tiene un timbiriche en Cuba la sigue tomando el Gobierno.
Sr. presidente, no son las leyes norteamericanas las que impiden el mercado libre y el acceso a la información en Cuba, es la legislación impuesta por el Gobierno y su constante censura.
Sin embargo, ‘we agree’ Mr. presidente: I do not belive, either, that you «can keep doing the same thing for over 50 years and expect different results.»
Pero lo nuevo no es tratar como normal a un Gobierno ilegítimo como el de La Habana, que nunca ha sido elegido por sus ciudadanos y que practica el asesinato de estado impunemente. Eso ya lo hacen el resto del los gobiernos del mundo, sin consecuencias positivas para la democracia en mi país.
Lo nuevo sería un compromiso real con los ciudadanos cubanos y con acciones concretas en favor de las demandas de la ciudadanía. No desde posiciones injerencistas, no inventándonos soluciones, sino apoyando las soluciones que los mismos cubanos hemos creado.
La única expresión libre, legal y masiva de los cubanos en 55 años es la petición de una consulta popular, en la iniciativa legal del Proyecto Varela. Que se le consulte al pueblo sobre cambios en las leyes que garanticen la libertad de expresión, de asociación, la liberación de los prisioneros políticos, el derecho a poseer empresas privadas y a elecciones libres y plurales.
Usted preguntó en su histórico discurso sobre Cuba: ‘How we uphold that commitment?’ El compromiso con la libertad. Le tomó la palabra, señor presidente. La respuesta a usted y a todos los gobiernos democráticos del mundo es: apoyen la realización de un plebiscito sobre las elecciones libres y plurales en Cuba.
Apoyen lo único que garantiza el fin del totalitarismo, que es la participación ciudadana efectiva.
Mi padre decía que los diálogos entre las élites no son el espacio del pueblo. El totalitarismo del siglo XXI, que además ejerce la injerencia en los asuntos internos de buena parte de la región y extiende las prácticas antidemocráticas en países hermanos como Venezuela, se sienta ahora a la mesa junto a las democracias del hemisferio. Espero que no llegue también la censura a la mesa y que nos podamos sentar los ciudadanos cubanos que hasta ahora somos los grandes excluidos en este proceso.
A su administración, al Vaticano y al Gobierno de Canadá, que con buena voluntad han llevado a cabo este proceso de acercamiento con el Gobierno cubano, les decimos que los cubanos esperamos esta misma intensidad en el apoyo a nuestras demandas, que no tienen color político porque los derechos están en la base de la democracia. Apoyen el derecho de los cubanos a decidir su futuro y protagonizar su presente.
Apoyen una investigación independiente sobre el atentado que ocasionó la muerte de Oswaldo Payá y de Harold Cepero.
No más solidaridad simbólica. No queremos participar únicamente en el foro paralelo a la próxima Cumbre de las Américas. La silla que ocupará el Gobierno cubano no es la silla del pueblo. Y debe ser la silla que represente a los ciudadanos, que es lo único que los jerarcas del castrismo no hacen. Por eso necesitamos estar presentes en la cumbre principal y que las más elementales demandas de los ciudadanos cubanos se escuchen, empoderadas por las democracias de la región.
Señor presidente, atrévase ahora, después de citar a nuestro José Martí, a poner en práctica la honestidad que una Cuba en libertad se merece, «con todos y para el bien de todos», incluidos los cubanos, incluidos los latinoamericanos, incluidos los Estados Unidos de América.
Dios bendiga a nuestros pueblos.
Tengan usted y su familia una Feliz Navidad.
La carta fue publicada por el diario estadounidense Washington Post.
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