Una madre cubana separada de su hija por la negación de la entrada a Cuba a los médicos que han abandonado misión en el extranjero escribió una carta en el blog «No somos desertores».
Aquí les dejamos la carta de una madre desesperada.
Mi niña querida, mi pedazo de alma…
Qué ilusión por breve segundo cuando [anunciaron] la noticia de las leyes migratorias… el corazón me dio un vuelco… Pero aquella alegría no duró nada cuando dijeron que ustedes no podían entrar, y entonces de nuevo mi sufrimiento que nunca desaparece… me duele porque tú eres una niña con muchos valores, increíble. Pero yo aprendí de ti a no juzgar a nadie, a respetar las decisiones y gustos de cada persona.
Cada mañana amanezco con el pecho oprimido y un frío terrible en el estómago. No hay un día que no te piense y entonces le pido a dios, y le doy Gracias por un día más de vida para ver si Él me permite volverte a ver.
Ustedes tienen una de las profesiones más humanas, de salvar vidas, y se les está tratando como criminales [por parte del gobierno cubano]. Dios los perdone si es que se lo merecen, porque somos miles de madres sufriendo. No ahora que no pueden venir, desde el momento en que se fueron para Venezuela sabía, no por ti sino por comentarios, lo malo que estaba aquello, las necesidades y el peligro que pasan.
Con eso te digo, como la canción de la familia:
«Se está poniendo blanca toda mi cabellera
la nieve de los años me está cayendo ya
y arrugada mi frente de tantas primaveras
quiero dormir tranquila y descansar en paz.
Le pedí a Jesucristo que un día me permitiera
regresar a mi tierra y mi suelo besar,
para que cuando muera entierren mi cadáver
junto a mi madrecita y descansar en paz…»
Bueno, lo demás tú te lo sabes. Perdóname si esto te causa tristeza, pero es algo muy fuerte, te escribo esto y siento que estoy temblando y con muchas ganas de llorar, pero confiemos en Dios que nos podremos ver de nuevo.
Dios te acompañe, mi tesoro. Te ama, mamá.