Critican a quienes apoyan el proyecto de Código de las familias que impulsa la dictadura cubana, y que «someterá a votación popular» el próximo 25 de septiembre.
Mientras algunos periodistas e intelectuales cubanos, que se dicen opositores han celebrado y apoyado el proyecto del régimen de Miguel Díaz-Canel, otro grupo de activistas exiliados se opone por tratarse de un Código que no está siendo impulsado por un Estado de derecho, sino por una criminal dictadura.
Uno de los detractores del vilipendiado Código impulsado por el régimen de La Habana, es el presentador e influencer Alexander Otaola, quien entiende que este proyecto es una estrategia de la dictadura para hacer creer al mundo que en Cuba hay una democracia, ya que supuestamente lo llevarían a «votación».
Una oportunidad que buscan para lavar la cara de la dictadura, que tiene a cientos de presos políticos en sus mazmorras.
Otaola tildó de «oposición de plastilina», al grupo que apoya el Código desde el exilio, mientras la verdadera preocupación del cubano es la miseria y el hambre que se está viviendo en la Isla, aunada a la crisis sanitaria por el dengue y el Covid-19, en medio de la agudización de la escasez de medicamentos.
«Lo único que quieren es mantenerse en el poder, y utilizar la ignorancia de un pueblo que se ha comido el miedo, para seguir ellos siendo los que mandan», sostuvo el también activista.
«63 años la dictadura cubana ha postergado todos los derechos, y es la propia dictadura la que redacta este Código, quien dice que no hay secuestros en Cuba, y acaba de aparecer muerta la mujer que desapareció la semana pasada», detalló.
«La misma dictadura que dice que la infancia está segura en Cuba, y hoy los niños de los cubanos de a pie rayan en la indigencia, que no hay ni para comprarle un caramelo», criticó el presentador en alusión directa a las palabras de la periodista y activista feminista cubana Mónica Baró, quien reside en Madrid, y quien aseguró que oponerse al Código es «postergar derechos»
Baró en editorial para el medio independiente El Estornudo, confirmó que si ella estuviera en la Isla comunista y pudiera votar, lo haría sin pensarlo.
«Si yo estuviera en Cuba, y pudiera votar, como lo hice en 2019 contra la reforma constitucional, votaría que sí. Votaría que sí porque, ubicados en esta situación, esa es la actitud más coherente con la naturalización de esos derechos. En todo caso, a mi entender, decir que los derechos humanos no se plebiscitan significa reconocer que yo no tengo derecho a decidir sobre los derechos humanos de otras personas, a decidir quiénes tienen derecho, o no, a una vida digna y segura», sentenció.
«…No es mi derecho abstenerme en la votación del próximo 25 de septiembre. No es mi derecho votar en contra del Código de las Familias. No es mi derecho —ni humano, ni civil, ni político— decidir sobre los derechos humanos ajenos», añadió.
Por su parte, el actor y activista Roberto San Martín, consideró que «quien piense que apoyando el código de familia está apoyando alguna causa justa y no al régimen es o muy ingenuo o muy ignorante o ninguna de las dos cosas y sabe perfectamente a quién apoya».