La extrema crisis energética que vive Cuba por estos días ha puesto a muchos cubanos a “coger botella”, caminar largas distancias o esperar más de dos horas por algún transporte. Muchos salen rumbo a sus trabajos, escuelas o centros hospitalarios con la idea de no saber cuándo pueden llegar a sus destinos.
Ante tal situación, el país ha decidido revisar numerosas plazas de trabajo para reajustar horarios habituales, aplicar el trabajo corrido, reducir el tiempo de pausa en los horarios de almuerzo y establecer en los casos posibles el Teletrabajo: una modalidad poco explotada en el sector estatal.
El trabajo a distancia o teletrabajo es, en efecto, una práctica muy flexible que debió aplicarse incluso, tiempo antes de la debacle por el combustible en la Isla.
Aunque para muchos cubanos el término parezca una novedad, el teletrabajo implica numerosas ventajas pues elimina la necesidad de tener que cumplir jornadas y horarios de oficinas que en no pocos trabajos resulta improductivo.
De ser así muchos cubanos hubieran evitado la necesidad de tener que acudir a la sede física del trabajo, cuando desde sus propias casas o desde cualquier lugar podían hacerlo sin tener que lidiar con el embarazoso problema del transporte que solo resta horas productivas al trabajo y le suma desgaste al trabajador.
Sin embargo, la crisis de combustibles, ha puesto el tema del teletrabajo en la esfera pública cuando la viceministra primera de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó Cabrera dio a conocer en el espacio Mesa Redonda del día 12 de septiembre que una de las opciones que se tomarían a nivel de país era aplicar de inmediato el Teletrabajo para ciertos empleos.
Aunque antes de la crisis ni siquiera se hablaba del término, el teletrabajo queda contemplado en la ley No.116 del Código de Trabajo que en su artículo 20 establece que “la relación de trabajo se formaliza con el contrato del que son partes trabajador y empleador, donde el lugar de trabajo acordado entre las partes, forma parte de las cláusulas del contrato que se haya suscrito, indeterminado o determinado”.
Pero, ¿tienen los cubanos garantías reales para practicar el teletrabajo? Pensar que sí en un país donde aún muchos ni si quiera pueden tener una laptop y donde el internet sigue a precios demasiado altos, es prácticamente imposible.
Además de tener los medios tecnológicos precisos, un teletrabajador necesita como es lógico niveles de conectividad óptimos y eso en Cuba aún está lejos de ser posible.
La opción de navegar por datos móviles sigue siendo la más idónea y cómoda para esta modalidad de trabajo, pero con precios que van desde los 7, 10, 20 y 30 cuc, el teletrabajo no parece ni viable ni posible, incluso teniendo en cuenta también la pésima calidad de la red 3G que constantemente se congestiona y dificulta la conexión.
Muchos empleos en Cuba hoy pudieran beneficiarse de esta modalidad tan productiva y necesaria para evitar horas de desplazamiento y sumarle mayor tiempo la productividad. De ser viable muchos diseñadores, programadores, periodistas, y otros empleos de oficina podrían asumir esta forma de trabajo tan flexible que favorece también a las empresas y entidades, pues quedarían eliminados problemas como las llegadas tardes, ausencias o los incumplimientos de planes de trabajo.
Según la Viceministra de Trabajo y Seguridad Social, en los lugares donde no sea posible reajustar horarios, o aprobar el teletrabajo “se aplicará lo referido en el Código de Trabajo para la interrupción laboral, pero antes se pueden valorar la reubicación de los trabajadores de acuerdo con la demanda en otras áreas, con el fin de evitar así que la opción sea la interrupción, para que los implicados puedan cobrar su salario completo.
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