Cuba, al final, pasó a segunda ronda en el Clásico Mundial de Béisbol, y quedó eliminada contra Holanda, tal y como ocurrió en la edición de 2013. ¿Pero cuál es el sabor de esta derrota?
Mucho se podría acotar. Que si Cuba no tenía todas las armas en su roster. Que los peloteros de más alto calibre están en la MLB y no pueden conformar la selección nacional por problemas de una política torcida y avasalladora. Que, como en el béisbol sucede, una derrota la asume cualquiera… Que jugamos contra los mejores.
¿Cuánto hay de cierto en esto? Imaginen por un instante, si a Cuba le hubiese tocado caminar por la cuerda floja de otros grupos. Del “A”, con el sólido team work de Holanda, o el tsunami sorpresivo de Israel, que hasta último momento tuvo en jaque a las mejores selecciones del grupo. Digamos que, en el “C”, con Estados Unidos y República Dominicana, la clasificación hubiese sido prácticamente imposibles. O en el “D”, grupo de la muerte, con Puerto Rico reinando la llave, y Venezuela, México e Italia sumergidos en un desafío por un boleto, hasta el punto de tener que jugar partido extra.
Entonces, seamos honestos: Cuba no encontró mejor sitio que el grupo A, al menos para poder colarse en la siguiente ronda. Donde, al final, fue barrido y despedido por Holanda a base de un súper nocaut de 14-4. Desagradable. Aplastante. Humillante. Sin comentarios. A estas alturas, cada vez más se lastra el béisbol cubano, su Serie Nacional, y en la isla se apoya más el Fútbol en los medios nacionales, que el propio deporte nacional. Este ha sido un proceso que, poco a poco, años tras año, ha ido dañando el espejo del deporte nacional, roto desde que en el último quinquenio perdió sus máximos exponentes en el deporte de las bolas y los strikes.
Ahora comenzarán los análisis en la isla. Que si se debió hacer más cambios en la alineación. Por lo tanto, el desfasado manager Carlos Martí, que propuso una gran parsimonia y toneladas de pasividad, simulando que dirigía un torneo de 120 juegos y no uno corto, pagará la gran parte de las críticas.
Si Cuba no avanzó, es porque Lázaro Blanco está bien lejos de compararse con quienes han sido el lanzador número uno de Cuba en años anteriores, de Braudilio Vinent, Rogelio García y José Ariel Contreras a Norge Luis Vera. Es cierto, a Martí el timón del equipo le quedó grande, y fue demasiado apasionado, esperando un despertar de Frederich Cepeda, quien, desde el inicio, jamás estuvo en forma ni en los topes para ser el tercer bate. ¿Faltó coraje, o la locura de un desenfrenado Víctor Mesa?
Los cambios eran previsibles y muy necesarios. Carlos Benítez jamás tuvo sustituto hasta que se improvisó con Yurisbel Gracial en segunda base, y Yoelkys Céspedes, uno de los buenos prospectos que le queda a la isla, tuvo que ser sustituido por Víctor Víctor Mesa —otro talentoso de los jardineros—, cuando no podía aguantarse el madero y abanicaba a todo lo que se movía sobre el home hacia la esquina de afuera y bien adentro: Curvas, sliders y cambios, sinkers.
Detectar el problema, es la primera asignatura que le debe el gobierno y los federativos encargados del béisbol a todo un pueblo enamorado de su deporte nacional. Pues, de aquí a 2021, solo una fórmula salvaría a la pelota cubana. Sí, dígalo usted: El equipo unificado. Con más resabios políticos que deportivos, unificar a todos los cubanos, profesionales o no, sería la verdadera cara de un béisbol cubano, que no está en crisis, sino en un trance del perfil abstracto de ser “amateur”, a un profesionalismo en el horizonte. No se puede nadar contra la corriente.
Seamos pacientes. El momento llegará. Tiene que venir, porque es la única solución para maquillar el daño que ha rayado la reputación del béisbol cubano. Que, de alguna manera, ha separado familias, y ha obligado a desaparecer la mentalidad de aquellos que quieren medirse al más alto nivel.
En Cuba, todos sabemos, que la mayoría de los peloteros que se han marchado, lo han hecho por cuestiones económicas, no políticas. A no ser casos como el del estelar lanzador Orlando “El Duque” Hernández, a quien vetaron de poder hacer su pasión: Lanzar en el Latinoamericano, con Industriales, el equipo insignia de la pelota cubana.
Al menos a este redactor, le queda claro que la vía para que Cuba vuelva a planos estelar en el deporte de las bolas y los strikes, es la unión… ahí estará la fuerza. ¿Veremos el equipo unificado en 2021? Tengo fe en que sí. Tanta, que aquí les dejo con mi posible alineación por posiciones, espero la de ustedes:
Yasmani Grandal (R); José Abreu (1B); Yuliesky Gurriel (2B); Aledmys Díaz (SS); Yunel Escobar (3B); Yoenis Céspedes (LF); Leonys Martín (CF); Yasmany Tomás (RF); y Kendrys Morales (BD). Abridor del juego: Raisel Iglesias. Cerrador: “El misil”, Aroldis Chapman.
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