Amaury Cepeda ganó la final de la oncena edición del Grand Prix Internacional de Coctelería Havana Club 2016 con el “Cunyaya”, un trago a base de ron añejo, guarapo, miel y naranja agría.
“Siempre me inspiro en el cóctel que me pidan, donde quiera que sea. Este año me dijeron que me basara en la tradición cubana, por eso me fui a buscar en los esclavos, sus costumbres, su historia y encontré que el primer trapiche que se utilizó en Cuba data de 1515 y se llamaba Cunyaya. Se me ocurrió entonces que por ahí podía empezar mi trago”, cuenta Amaury, quien es oriundo de Santí Spíritus.
El segundo lugar se lo llevó Lituania, con Veilandas Povilas, una de las pocas feminas del certamen, mientras que el tercer puesto lo ocupó Manan Krause, de Alemania.
El concurso prendía medir la creatividad de los finalistas para idear un trago con bases de ron cubano: Havana Club 3 años, Selección de Maestros o Añejo 7 años. El Cunyaya, recién acuñado por Cepeda, contiene Havana Club 7 Años, pues según dice, es el mejor para balancear un cóctel: “Tiene mezclas de distintos rones añejados, con un toque único de vainillina, mixtos de café y una cantidad de cosas tremenda”.
La final con sede en “la barra” del Salón 1930 del Hotel Nacional de Cuba tuvo 13 finalistas de diversas naciones y culturas, estos representaban países como Chile, Lituania, Irlanda, Dinamarca, Canadá, Suiza, Reino Unido, Finlandia, Colombia, Alemania y Cuba tuvieron 15 minutos para preparar con destreza su cóctel y defenderlo de la manera más original posible frente al jurado.
El alemán Lars Brender sorprendió con una bandera cubana en su corbata de lazo y también hizo el típico ritual muy cubano de “echar” primero el poquito de ron a los santos. Otros lograron con histrionismo involucrar de alguna manera al público en la preparación de los tragos, como el chileno Diego Olivera que antes de comenzar pidió a todos acercarse para tomar un selfie y luego relacionó su coctel “Tierra mía” con el tema “En todas partes” de la banda sonora del filme Habana Blues.
Con más de 15 años como cantinero y varios tropiezos en su carrera, además del primer premio el cubano se llevó una botella de Havana Club Máximo y una beca de veinte mil euros, con lo que Amaury sueña con abrir quizás su propio bar e invertir también en sus estudios.
En el mundo de la coctelería, dice, faltarle el respeto al cliente es el mayor error que se puede cometer: “Uno aprende a dejar los problemas en la casa cuando va a trabajar. Hay que tener simpatía y conversar para aprender a conocer a la gente”.
¿Un poco cómo psicólogos? “Sí, te digo que sí. Desde que tú entras por esa puerta ya yo sé cómo eres, la cultura que tienes y casi puedo adivinar el trago que vas a tomar”.