Cubano deportado a Cuba desde Estados Unidos no se adapta a la vida en la isla

El pasado 21 de julio del presente año arribó a la isla de Cuba el cuarto vuelo de deportación con  33 migrantes irregulares, organizado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos.

Entre los deportados se encuentra el cubano Sergio Pérez, de 30 años de edad, quien había arribado a los Estados Unidos de forma ilegal en el 2019. El joven tuvo la oportunidad de reunirse en este país con su hijo Jordan, de 10 años y, en varias ocasiones, ha manifestado el profundo dolor que le ha causado despedirse de este y tener que dejarlo bajo el cuidado de su abuela, tías y demás familiares.  


La llegada de Pérez a su tierra natal supuso un giro de 180 grados en su vida, pues no tenía casa, ni ningún familiar a quien pudiera pedirle ayuda, teniendo que convivir temporalmente con unos antiguos vecinos. Luego de cuatro años, el joven se encontró un país devastado económicamente, tras la crisis generada por la pandemia del coronavirus, con una notoria escasez de alimentos y con constantes afectaciones energéticas. Al respecto, en declaraciones prestadas a la revista cubana independiente El Estornudo expresó: » Acá comprar comida es complicado, porque aun teniendo dinero no aparece la comida. Aquí se vive con lo que aparezca. La vida en Cuba es muy triste, la verdad. Apenas salgo, no hay a dónde ir y me paso el día encerrado en la casa hablando con el niño y la familia».

A ello hay que agregar las oportunidades casi nulas que tiene Pérez de obtener un empleo, teniendo en cuenta sus antecedentes. En este sentido son muy descriptivas sus palabras: «Yo aquí no puedo trabajar, no soy alguien bien visto por ellos, soy un deportado de los Estados Unidos y eso para ellos es algo muy grande. No me van a dar trabajo en ningún lado y tampoco quiero trabajarle a este gobierno».

 Actualmente, Sergio está viviendo en  El Vedado, rentado y subsiste gracias al dinero que le envían sus familiares, pero estar separado de ellos y, en particular, de su hijo, es la cuestión que más le afecta. El niño está muy triste, llora cada vez que habla con su padre, la madre también reside en Cuba, por lo que se siente muy solo.

Antes de salir de la isla Sergio estaba involucrado con las Damas de Blanco y precisamente en el pasado mes de agosto, cuando salió a visitar a la líder de dicha organización, fue detenido por oficiales de la Seguridad del Estado y conducido a la estación de policías de Aguilera, donde le advirtieron que no podía mantener esos contactos y que conocían su historia, entre otras amenazas.

Al decir del joven, ha sido víctima de constantes acosos y amenazas por las autoridades cubanas, que lo mantienen bajo vigilancia, por lo que teme por su vida.


La historia de Sergio Pérez es conmovedora como la de la mayoría de los migrantes irregulares que han llegado al país caribeño como resultado de las operaciones de deportación reanudadas entre ambos gobiernos a finales de abril del presente año, al haber recibido un documento I-220B, que constituye una orden de deportación por no haber demostrado en sus entrevistas el miedo creíble para obtener el correspondiente asilo político. 


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