Guyana se ha convertido en el principal mercado suramericano donde los cubanos pueden comprar calzado y ropa para luego revender en la Isla, gracias al libre visado.
Semanalmente llegan a ese país entre 600 y 700 cubanos para adquirir estos productos que simplemente no están en existencia en Cuba, y en caso de que alguna vez los haya, los precios son exhorbitantes.
En una visita de apenas cuatro o cinco días, los isleños gastan entre 2.000 y 3.000 dólares, ya sea en hospedaje, comida, transportación y compras.
Según estadísticas del gobierno, esto representa un aporte de 85 millones de dólares anuales a la economía guyanesa, su presupuesto estatal es de aproximadamente $1 300 millones anuales.
Pero el gran aporte de los cubanos a la economía de Guyana podría ir en picada, ya que entre los obstáculos que impiden una comercialización más fluida están la confiscación de mercancías en la Aduana de Cuba, el aumento del precio del alojamiento en ese país, y las vicisitudes que enfretan los compradores allí.
El pasado año, la renta de una habitación costaba 20 dólares diarios por persona, sin embargo desde que EEUU anunció que los cubanos tendrían que viajar a Georgetown para hacer los trámites correspondientes a obtener su visa de inmigrante en el consulado estadounidense de la capital guyanesa, «los precios subieron hasta 50 dólares diarios por persona, valor que no incluye desayuno, almuerzo y comida», explica el holguinero Carlos Martínez, que ha ido a Guyana durante prácticamente tres años para adquirir mercancía.
Otros también han encontrado allí trabajo, algunos se desempeñan como personal de seguridad, o dependientes de los mercados que árabes y chinos administran.
Iván Quesada, otro emprendedor cubano que ha viajado de compras a Guyana detalla: «esos cubanos, para mantener su puesto, malean a los que vamos a comprar. Ellos se han puesto en complot con los dueños. Le dicen cuánto valen la ropa y los zapatos en Cuba y los chinos nos suben los precios. A cambio de la información no reciben nada, no le dan ni almuerzo, ni merienda, ni nada, solo un salario miserable».
Según el emprendedor, sus coterráneos aceptan cualquier tipo de trabajo y ganan diez dólares diarios, el salario más bajo de Guyana.
«Allá con 300 dólares mensuales se vive muy mal. El alquiler más barato que encuentran los cubanos que van a trabajar es de 150 dólares. La comida es carísima. El almuerzo y la cena más barata cuestan tres dólares cada uno, y es de baja calidad. Al final quedarían unos 50 dólares para guardar, que no es nada. Allá los cubanos que se quedan a trabajar están ‘chillando goma’, pasando hambre y miseria para poder ahorrar unos centavos y venir a Cuba a ver a la familia», relató.
En la calle Regent y en la avenida República, donde hay más de 500 centros comerciales, está la red de mercado guyanesa más frecuentada por los cubanos.
Otro gran problema al que se enfrentan los antillanos de regreso a Cuba, es que luego de hacer las compras, y con paquetes listos para tomar el avión, arriban al aeropuerto internacional Cheddi Jagan de Georgetown, donde en reiteradas ocasiones quedan varados por el incumplimiento del horario de salida del vuelo.
El comerciante holguinero cuenta «por la demora del avión, en varias ocasiones me he quedado por más de diez horas junto a otros cubanos de diferentes provincias en la terminal de salida del aeropuerto internacional de Guyana. No podemos dormir porque corremos el riesgo de que nos roben. Para ir al baño o comer algo, nos turnarnos para que la mercancía quede vigilada».
Su retorno a Cuba no deja de ser menos preocupante:
«Este año los oficiales de la Aduana han sido más rigurosos con los cubanos que llegamos de Guyana. Nos revisan todo el equipaje y siempre nos decomisan artículos. A mí me han quitado ropa y pares de zapatos. Un amigo que ahora viajó conmigo perdió la ganancia del viaje porque la Aduana le quitó casi 12 kilos», reveló Martínez.
Ambos entrevistados confesaron que en realidad la importación de ropa y calzado desde Guyana no le reportan grandes ganancias, por lo que han decidido ponerle punto final a sus viajes a ese país.
Y pese al cese de la política «pies secos/pies mojados» insisten en llegar a la frontera de México con EEUU para pedir asilo político:
«Ya conocemos parte de la ruta. Nos iremos a través de Guyana y a travesaremos fronteras hasta llegar a Estados Unidos, el país de las oportunidades y la libertad», concluyen.
(Con información de CubaNet)