Hasta la semana pasada, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump habían coincidido en darle continuidad al deshielo binacional.
La situación, sin embargo, comenzó a cambiar el fin de semana. De visita en Miami, Trump se desdijo y amenazó con deshacer el acercamiento entre Washington y La Habana a menos que el presidente Raúl Castro cumpla una serie de demandas, incluida la liberación de presos políticos.
El giro en la posición del republicano generó preocupación, a la par que puso sobre el tapete la fragilidad de la nueva relación que se busca construir entre los dos países, y que por ahora incluye una serie de medidas ejecutivas del presidente Barack Obama, quien no pudo convencer al Congreso de avanzar en el levantamiento de las leyes del embargo.
Trump aseguró el viernes que dedicará su mandato a luchar contra la «opresión» comunista y a favor de una apertura política en Cuba, mientras advirtió que revertiría las órdenes ejecutivas de Obama, «a menos que el régimen de los Castro escuche nuestras demandas».
De una docena de personas consultadas por AP en las calles del centro de La Habana, por lo menos la mitad había oído o leído sobre los comentarios del magnate republicano. Pero incluso los que no, se mostraron contrarios a regresar a los tiempos de una hostilidad abierta entre ambas naciones.
Dos millones de personas de origen cubano residen en Estados Unidos y muchas de las familias tienen miembros en uno y otro lado del Estrecho de la Florida.
Por lo pronto, Clinton mantiene una ventaja electoral sobre Trump para los comicios que se realizarán en noviembre próximo y a diferencia del segundo la demócrata apoya continuar con la política de Obama que reabrió la embajada en la Isla, reinstaló los vuelos comerciales directos, retiró a la Isla de la lista de patrocinadores del terrorismo y generó iniciativas para encuentros de cooperación en materia de seguridad o finanzas, entre otros.
Sin hacer mención explícita a Trump, el gobernante Raúl Castro señaló el fin de semana que el régimen mantendrá su demanda del fin del embargo y la devolución de la Base Naval de Guantánamo y aseguró que la Isla no está dispuesta «a renunciar a uno solo de sus principios, ni a realizar concesiones inherentes a su soberanía e independencia».
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