A pocos días de que el huracán Irma asolara Cuba en septiembre pasado, el mensaje del régimen fue claro, el turismo era la prioridad, atrás quedaron los días en que el castrismo intentaba dar la imagen de padre estatal benefactor, ya ni siquiera las migajas llegan al pueblo, los cubanos de a pie están cada día más empobrecidos y con más carencias.
Miles de familias en La Habana aun están esperando la ayuda para arreglar sus viviendas, pero ni siquiera la importación y producción insuficiente de materiales para la construcción detuvo las inversiones para el sector turístico, para sorpresa las que ni siquiera estaban previstas para entregarse a principios de 2018, como las realizadas por el grupo CIMEX en el Mercado de Cuatro Caminos o en la gasolinera de 23 y Malecón, por tener en cuenta esas dos.
Los reportes del Gobierno cubano señalan que en la actualidad la totalidad de las estructuras y áreas destinadas al turismo internacional que fueron destruidas total o parcialmente por el meteoro fueron recuperadas. Además de que los planes para ejecutar nuevas obras continúan, pero qué ha sucedido con aquellos lugares que más por necesidad que por costumbre ha sido el destino vacacional de los cubanos que no cuentan con recursos suficientes para viajar a los Cayos de la Isla, o a Varadero.
Playa Mégano o Guanabo son el vivo ejemplo del abandono estatal, pues al Estado no le interesa sino ingresar dólares a sus arcas, el turismo nacional le importa muy poco.
No obstante, hay indicios de que hay un plan en elucubración para esos lugares, pese al alarmante deterioro, se ha filtrado que ya existen proyectos encaminados a fomentar el incremento de turistas extranjeros, y ahuyentar poco a poco a los habitantes de las zonas más próximas a esas playas abandonadas.
Aprovechando la ocasión de que las viviendas cercanas al mar fueran destruidas por la tormenta, y declaradas inhabitables, aun cuando cuenten con los recursos para acometer las labores, tienen como fin despoblar el área lentamente arguyendo que desean recuperar la duna, de ahí la estrategia de no otorgar nuevas licencias de reparación a los propietarios, revela el periodista de Cubanet, Ernesto Pérez Chang.
Los residentes en la zona nombrada Playa Veneciana, en las proximidades de Guanabo, comentan que grupos de proyectistas e ingenieros civiles hablan de construir un campo de golf, asociado a un complejo inmobiliario con inversión de China.
“Si lo que buscan es recuperar la duna entonces ¿por qué han llevado las tuberías de gas y agua hasta allí?”, cuestionan algunos pobladores que han sido obligados a abandonar su morada.
Algo muy similar ocurre hacia el centro del poblado de Guanabo, las edificaciones en ruinas se incrementan cada día, y los tramos de playa aptos para bañistas se reducen a diario.
Las presiones para acelerar el proceso de despoblación son notables, a pesar de que durante los últimos años en la zona se han levantado protestas entre visitantes y pobladores, sin embargo las repuestas del Gobierno ha sido multiplicar las regulaciones locales y la desidia.
El reportero de Cubanet, menciona que donde antes hubo arena, ahora se aprecian cúmulos de basura. “Todo está lleno de piedras, cristales rotos y el paisaje es deplorable”, detalla.
Gladys, residente en Guanabo se queja: “hay lugares que ya no reciben agua. Dicen que el sistema de acueducto está muy deteriorado y que hay problemas con la sequía, pero no dejan de enterrar tuberías en la Veneciana”.
Aunque la mujer se resiste a abandonar su vivienda, la de ella como muchas otras está considerada en peligro de derrumbe, pero cree que en cuanto se aleje del lugar, el terreno tiene muchas posibilidades de ser adquirido por algún extranjero o cubano con dinero suficiente para obtener un permiso de construcción a través del soborno.
“Es lo que pasará. Ahora Guanabo está así pero si la gente se sigue yendo y los extranjeros comprando, en unos años será tan caro como Varadero. Dejará de ser la barranca de todos”, vaticina la pobladora.
El Gobierno cubano tiene un proyecto de desarrollo económico orientado a la atracción de capital extranjero en detrimento de la iniciativa de los cuentapropistas nacionales, establece nuevas categorías sociales, donde el cubano común “queda anulado, marginado, así como sus espacios de participación se reducen en favor de los ingresos externos”, añade el artículo.
El litoral norte de La Habana quedará transformado en un conglomerado de negocios inmobiliarios, de acuerdo a la cartera de oportunidades para la inversión publicada por el régimen cubano, las nuevas construcciones obviamente no podrán ser disfrutadas por los cubanos de la Isla.