Donald Trump aprueba orden ejecutiva para incrementar la presión del agua en las casas: «Me gusta tomar una buena ducha»

Foto: Shuttherstock

El miércoles, Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, firmó una orden ejecutiva destinada a eliminar las regulaciones federales que restringían el caudal de agua en las duchas. Afirmó que estas normativas ahogan la rutina diaria de los ciudadanos y que, en su caso, le complican el mantenimiento de su valiosa cabellera.

La medida no es más que una antigua preocupación del presidente quien en su primer mandato buscó menoscabar las regulaciones de eficiencia energética que su antecesor Barack Obama estableció durante su gobierno. Posteriormente, durante su administración en la Casa Blanca, Biden deshizo las políticas de Trump y volvió a implementar los criterios destinados a disminuir el uso de agua y energía en las residencias.


En este momento, Trump, nuevamente en la Oficina Oval, intenta restablecer lo que él llama sensatez y flujo de libre comercio, en una lucha individual contra lo que ve como una burocracia ambiental desmedida.

«Me gusta tomar una buena ducha. Tengo que estar en la ducha 15 minutos hasta que se moja mi cabello. Sale gota a gota. Es ridículo. Es mi pelo, ¡tiene que estar perfecto!», manifestó el presidente durante la ceremonia de firma, que se llevó a cabo con un ambiente festivo en la Casa Blanca. 

Esta directiva presidencial indica al Departamento de Energía dar marcha atrás a las regulaciones que restringían el flujo de agua a 2.5 galones (9.5 litros) por minuto a través del grifo una medida que ha estado en vigor desde 1992. En contraste la orden permitirá que cada cabezal de ducha libere la misma cantidad de agua lo cual elevará notablemente el volumen de las duchas con varias salidas.

Pero, las duchas no son las únicas prioridades, la idea de Trump es revocar las limitaciones en el consumo de agua de las lavadoras, lavavajillas e inodoros tal y como hizo en su primer mandato.

En comentarios anteriores en su plataforma Truth Social, Trump había expresado su deseo de volver a implementar normas sensatas respecto al uso del agua en los hogares, señalando a Biden por haber anulado políticas que, en su opinión, hacían la vida más sencilla y más estadounidense.


Las respuestas no tardaron en llegar. El Proyecto de Conciencia sobre Estándares de Electrodomésticos (ASAP), una entidad que aboga por la eficiencia energética describió la decisión como superflua, derrochadora y costosa.

De acuerdo con Andrew deLaski, su director, la mayoría de los cabezales de ducha disponibles actualmente proporcionan un buen flujo de agua y los usuarios están contentos. No existe un problema significativo que necesite atención.

DeLaski enfatizó que el retorno a mayores flujos no solo elevará los costos del agua y la energía, sino que también tendrá un impacto adverso en el entorno, mientras que algunas regiones del país, sobre todo en el oeste, lidian con sequías que se tornan cada vez más intensas.

La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) ha indicado que las duchas constituyen aproximadamente el 20 % del uso de agua en el hogar y que disminuir el flujo de agua contribuye a reducir el consumo energético, dado que calentar agua representa un 20 % del gasto energético en hogares típicos.

A muchos analistas les parece que esta reciente orden ejecutiva va más allá de ser una mera norma sobre el consumo interno: simboliza los fundamentos del trumpismo, un refuerzo de su enfoque populista y provocador, que confronta directamente las normativas federales, en particular aquellas promovidas por administraciones demócratas.

En una actitud casi ridícula, Trump afirmó en el evento que su razón es pragmática:  «La gente descarga los inodoros 10, 15 veces en lugar de una. ¿Qué clase de eficiencia es esa?», dijo el presidente.

Este tipo de afirmaciones no son recientes. En 2020, durante la pandemia, se presentó formalmente la idea de aflojar las normativas sobre los grifos de ducha. En aquel momento, la propuesta fue objeto de burla por especialistas en energía y humoristas, pero ahora vuelve a ser adoptada como política oficial.

A pesar de que Trump ha emitido la orden, los resultados concretos todavía no se han manifestado. En su administración pasada, las principales compañías de electrodomésticos y grifos de ducha no realizaron alteraciones notables ante las normativas, y numerosos especialistas anticipan que esta nueva medida podría tener un efecto restringido en el verdadero mercado.

Sin embargo, esta acción vuelve a colocar a Trump en el epicentro de un debate que entrelaza política, medioambiente y su forma de ser, todo ello aderezado con una buena dosis de orgullo por su cabello. Se trata de una historia que, al igual que muchas de sus elecciones, fusiona lo ridículo con lo ideológico.

En una época marcada por una crisis climática mundial, la discusión acerca de la presión del agua en la ducha se torna casi absurda. En los tiempos de Trump, hasta los grifos de la ducha se transforman en un campo de confrontación ideológica.


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