El nuevo largometraje de ficción cubano «El techo», representa el debut de Patricia Ramos, una de las más respetadas realizadoras cubanas, y fue rodado con recursos mínimos, en las azoteas aledañas a la esquina de Soledad y Concordia.
Interrogada sobre los móviles particulares que la llevaron hasta «El techo», Patricia responde que quiso acercarse a las aspiraciones de tres jóvenes: uno blanco, uno negro, y una muchacha embarazada.
“Quise hacer esta historia de crecimiento y aspiraciones, en exteriores y casi todo filmado en espacios abiertos. Los tres protagonistas aparecen arriba, despegados del suelo, del piso. Veía la historia así, con escasos interiores y mucha luz natural”.
La realizadora declara que nunca se planteó hacer una película en extremo pesimista ni optimista a ultranza, pues más bien se enfoca en retratar la realidad sin emitir criterios fehacientes ni agobiar al espectador.
“Quise evitar la obviedad, y contar, con una visualidad sincera y atrayente, una historia sobre las vicisitudes para crear un negocio particular. Y la historia está narrada con sencillez y cierta sutileza, en contacto con cierto tipo de historias, muy comunes en el cine de todos los países, sobre la gente común y el arribo de la adultez”.