¿Están preparados los maestros cubanos para asumir las aulas tecnológicas?

Desde el Instituto Politécnico «Osvaldo Herrera» en La Habana un profesor de Electrónica enciende la pizarra digital para mostrar cómo funcionan los circuitos electrónicos. Los estudiantes, sentados con un Tablet (uno para dos alumnos), envían a la pizarra la respuesta del ejercicio de la clase. Uno de ellos, risueño y escéptico aún, se atreve a pedir la palabra para plantear la duda desde su propio dispositivo.


La enseñanza, que por años fluyó en Cuba a través pizarrones y tizas parece que poco a poco irá migrando hacia un nuevo escenario donde se pretende informatizar la educación en la Isla, como parte de lo que el gobierno ha dado en llamar “Proceso de perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación”.

Lo que sucedió en la escuela Osvaldo Herrera no es más que la implementación de las llamadas aulas tecnológicas o virtuales, muy usadas en el mundo entero y que ahora se introducen en el país.

La puesta en marcha del moderno salón multimedia fue concebido como un atractivo método de enseñanza para promover el intercambio de información y la asimilación de las materias, gracias a técnicas más dinámicas y multimediales.

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Las aulas virtuales están conformadas por una pizarra digital interactiva, un grupo de tablets o laptops con los sistemas operativos cubanos Nova y NovaDroid, una antena WiFi, dos servidores, un dispositivo para el profesor, un router, dos televisores pantalla plana, un proyector y un equipo de carga.

Salvo los proyectores y la pizarra todo lo que hay en estas aulas es 100 % cubano. La empresa nacional Gedeme fabrica el mobiliario, la marquetería, la iluminación y los componentes de hardware, y la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI) tiene a su cargo la producción de todo lo necesario en materia de software y aplicaciones.

Según afirman los expertos, este tipo de iniciativa permite que los profesores puedan ofrecer una atención diferenciada hacia los estudiantes a través del acceso a resultados estadísticos por alumnos. Además se pueden realizar actividades en grupos que incluyen chat, correo electrónico, así como aplicaciones y productos multimedia desarrollados por la Empresa de Informática y Medios Audiovisuales (Cinesoft) y el portal Cubaeduca.

Fue en 2016 cuando se presentó por vez primera en Cuba un aula inteligente durante la Feria Internacional CubaIndustria. Desde entonces a la fecha ya existen 50 salones virtuales, de ellos 27 ya funcionan en el sector educacional y los restantes se encuentran en el Ministerio de la Agricultura, Salud Pública y en el grupo empresarial Azcuba.

¿Aulas inteligentes o maestros inteligentes?

La iniciativa, tan empleada en el mundo entero es bien recibida, porque usada de la manera correcta la tecnología puede ayudar y mucho al aprendizaje. Las autoridades educacionales del país han dicho que las aulas virtuales se irán insertando para enriquecer el contenido académico.

Sin embargo, la novedad ha traído un sinnúmero de preguntas, sobre todo, relacionadas con la calidad de la educación, tan deprimida en la Isla por el déficit severo de maestros y la falta de preparación de sus profesionales.

El problema aquí no es la tecnología, sino que el país está pidiendo a gritos una reforma de sus maestros. Treinta años atrás, las aulas cubanas no contaban con televisores y mucho menos con una computadora, pero los que habitaban en esta Isla se preciaban del alto nivel de instrucción; porque existían profesores especializados por asignaturas y el magisterio era una carrera digna y prestigiosa.

Hoy día, aun cuando el gobierno se esfuerce por exhibir cifras halagüeñas de graduados cada año, las principales autoridades educativas saben que el modelo docente y sus profesores deben cambiar y no solo será por arte y magia de las Tics.

El último cambio sustancial del país en cuanto a reformas educacionales fue hace más de 15 años con la creación de laboratorios de computación, la introducción de un “Profesor General Integral” por aula para impartir todas las asignaturas acompañados de un video y un televisor donde se proyectaban teleclases. El resultado: Clases aburridas, cero interacción y muchas dudas, solo resueltas por maestros particulares.

Según el Ms C. Fernando Eugenio Ortega Cabrera, Director de Tecnología Educativa del Ministerio de Educación, cada año Cuba destina cinco millones de CUC para la inversión y el mantenimiento de los equipos informáticos de las escuelas del país.

Un aula multifuncional e interconectada es más que necesaria, pero ¿podrá verdaderamente el país enfrentar el costo y mantenimiento de estas infraestructuras computacionales, si las actuales apenas pueden sostenerse por los años de explotación? Una mejor tecnología no significará necesariamente una mejor educación.


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