Expiloto cubano Orestes Lorenzo celebra los 33 años de su espectacular vuelo de deserción con destino a Estados Unidos: «Una decisión de todo o nada»

Foto: Perfil de Facebook de Orestes Lorenzo Pérez

Orestes Lorenzo Pérez, el piloto cubano de la Fuerza Aérea que desertó de la Isla en 1991 a bordo de un Mig 23BN y arribó a Estados Unidos, logrando 19 meses después rescatar a su esposa e hijos en otra aeronave y regresar victorioso a la nación norteña, celebró sus 33 años de haber tomado una decisión de «todo o nada».

Y es que precisamente este miércoles 20 de marzo se cumplieron 33 años de ese día inolvidable en que el experimentado aviador cambió los planes y en medio de un rutinario vuelo de entrenamiento giró el timón de su aeronave soviética y se dirigió hacia la Estación Aérea Naval de Key West, en Florida.


Con el fin de rememorar tal hazaña, Otrestes realizó una publicación en su perfil de Facebook, donde expresó: «La incertidumbre desapareció al llegar a mi destino. Me sentía en casa. Estaba, finalmente, en casa. Para todo lo que cuenta, ese día marcó mi renacimiento».

Según relató, desde su percepción, estas tres décadas han transcurrido rápidamente y aunque ha tenido que enfrentar muchos desafíos y adversidades, también han sido numerosos los momentos de felicidad y los logros alcanzados.

Asimismo, agregó: «Nunca me sentí solo. Tuve siempre la mano generosa de muchísimos amigos, y ese sentimiento de inclusión en la familia mayor que es el pueblo americano. Me siento americano, soy americano, y orgulloso de serlo».

A pesar de que Orestes consiguió llegar a tierra de libertad, necesitaba a su familia. Sin embargo, como era de esperarse el régimen no permitió la salida de su esposa María Victoria, quien en aquel entonces tenía 34 años ni de sus dos hijos, Reyneil y Alejandro, quienes tenían 11 y 6 años respectivamente. Ante esta situación, comenzó a desarrollar una ingente campaña en aras de reunirse con ellos, pero la misma no tuvo éxito, por lo que optó por ir a buscarlos él mismo, conociendo con detalles los riesgos de esta acción.

Finalmente, el sábado 19 de diciembre de 1992 el piloto emprendió su travesía hacia la mayor de las Antillas en una avioneta Cessna-310 y recogió a los tres en una carretera frente a la playa El Mamey, cerca del balneario de Varadero.


Al respecto, manifestó: «En aquella decisión de ‘todo o nada’ lo obtuve todo. He tenido a Vicky siempre animándome y guiándome en cada paso. He visto a mis hijos florecer en los hombres de bien que son, y tengo los mejores amigos que alguien pueda tener».

Orestes acompañó su escrito con fotos de varios de los aviones que ha piloteado durante su vida.

En tal sentido destacó: «El MiG-23 matrícula 722 y el irónico final de ese avión. Mis vuelos en uno de los íconos de la Segunda Guerra Mundial, el P-51 Mustang, y el honor de compartir los mandos de un F-16 con los Thunderbirds. Estas fotos lo dicen todo».

Por último, alegó: «¡Viva la libertad, carajo!».

El viaje desde Varadero a Florida ese día de 1992 duró 40 minutos. Esta segunda proeza del cubano, bautizada como el «Vuelo del Amor, adquirió fama mundial e incluso se debatió en una sesión de la Organización de Naciones Unidas. En esa ocasión el entonces embajador del gobierno cubano intentó ridiculizar a Orestes denominándolo «el Superman sin alas».


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