La popular diseñadora colombiana Nancy González, de 70 años, fue sancionada a 18 meses de privación de libertad en Florida, Estados Unidos, por importar bolsos confeccionados con pieles de animales, cuya explotación para estos fines está prohibida.
Durante el desarrollo de una audiencia en Miami, González, quien goza de mucho prestigio por el empleo de sus peculiares diseños por parte de personalidades como Salma Hayek y Victoria Beckham, confesó estar involucrada en actividades de contrabando de bolsos fabricados con pieles de caimán y pitón desde Colombia.
Estos animales son objeto de protección por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que es un tratado internacional de la Organización de Naciones Unidas, del cual son signatarios tanto Estados Unidos como Colombia.
A raíz de su arresto en julio del año pasado en Cali, Colombia, la diseñadora fue extraditada hacia la nación norteña, concretamente, en el mes de agosto.
Estuvo 14 meses en prisión por dichos cargos antes de que se dictara sentencia. Las acusaciones en contra de ella incluyen la organización de una red en la que participaban amigos, familiares y empleados de su compañía manufacturera en Colombia, quienes se encargaban de transportar los bolsos clandestinamente.
Cuando estos artículos ingresaban a territorio estadounidense, eran trasladados a su sala de exposición en Manhattan, Nueva York y vendidos a tiendas de lujo. Este modus operandi funcionó desde febrero de 2016 y hasta abril de 2019.
González mantuvo vínculos comerciales con tiendas famosas como Bergdorf Goodman y otras 300 boutiques de alta calidad. Los bolsos «Nancy González» tenían un costo superior a los 2000 dólares por unidad y constituían una muestra de poder económico y de la posesión de un estatus privilegiado.
En la comparecencia, el abogado de la diseñadora solicitó al juez Robert N. Scola que considerara extinguida la condena impuesta, teniendo en cuenta la edad de ella y el período que había permanecido recluida.
La defensa presentó a González como una madre divorciada y una empresaria que atravesó muchos inconvenientes en medio de la fuerte competencia existente en la industria de la moda, resaltando sus logros en este ámbito.
No obstante, la fiscalía se opuso a tales argumentos, enfatizando que González conocía a plenitud la ilegalidad de sus actos, los cuales favorecían directamente a su compañía.
Con antelación al pronunciamiento de la sentencia, la diseñadora ofreció unas disculpas emotivas a los residentes y al gobierno de Estados Unidos, manifestando que se sentía muy angustiada por todo lo que había hecho, aclarando que obró bajo presión.
Este caso pone de relieve las consecuencias legales de transgredir las regulaciones internacionales relacionadas con la protección de determinadas especies de animales, así como la ingente labor realizada por las autoridades para luchar contra el comercio ilegal de vida silvestre.
