«Cuba es difícil, y nadie había hecho una producción de este tamaño allí. Había miles de personas mirando y tuvimos que cerrar las calles. Fue una gran hazaña», aseguró a The Hollywood Reporter Greg Baldi, uno de los responsables de cámaras.
Esas mismas escenas, que por su alto nivel de complicación ya son inolvidables dentro del ámbito del cine, sirvieron para apuntalar el éxito de la seguida cinta de acción.
«Hay algunas persecuciones en las que estamos en barrios y calles muy estrechas y los dos coches están compitiendo. En las calles hay coches de caballo, gente caminando que van y vienen y motocicletas, y nosotros estamos con coches viejos, y un coche viejo no es confiable. Cualquier cosa puede salir mal», aseguró.
Y es que precisamente una de las escenas más peligrosas, la que inicia la secuela y en la que puede apreciarse que conllevó una gran logística, fue una de las que catapultó hacia el éxito esta última entrega.
«Vamos a 100 millas por hora a través de estas pequeñas calles y callejones. Lo último que quieres hacer es herir a cualquiera. Nada de esto pasó y todo fue genial, pero fue aterrador», expresó.
Asimismo, Baldi relató cómo fue la experiencia de rodar en Cuba.
«Creo que estuvimos en Cuba de tres a cuatro semanas. Algo como eso. Generalmente en una secuencia de persecución o de carrera de autos se intenta filmar linealmente para que si algo sucede en el camino, se pueda reescribir la historia. Nos pasó con James Bond (Quantum of Solace) de 2009, cuando se giró y golpeó la pared, no se suponía que lo hiciera, pero parecía tan ‘cool’ que los guionistas lo reescribieron»,narró.
Y el final fue como lo había esperado: una producción con todas las de la lay y un set incomparable, un set que ha quedado, como él mismo dijo, detenido en el tiempo.
«Cuba es tan única y hermosa… tiene algún tipo de alma vieja que está quemada, y realmente es como un sueño para los fotógrafos», puntualizó.
