Gigantografías de niños por toda La Habana, ¿Sabes por qué?

Si viajas por la avenida 70 en Playa, de seguro tu mirada quedará detenida por varios minutos en los rostros gigantes de niños que aparecen en bodegas y que también le dan vida a paredes olvidadas. Los ojos de aquellos retratos, llenos de tanta expresividad, por momentos, parce que parpadearán para decirnos algo.


Lo mismo sucede desde el Acuario Nacional de Cuba o el Hospital Pediátrico Wiliam Soler donde se alzan tres rostros que desde la inocencia de los pequeños son también otro poderoso método de sanación para quienes tienen que habitar allí.

Muchos se preguntan si esas creaciones formaban parte de alguna Bienal de Artes o quizás estaban financiadas para embellecer la ciudad por algún acontecimiento en particular. Pero lo cierto es que Maisel López, el autor de estos maravillosos murales con rostros infantiles a gran escala no recibe un solo centavo por hacerlo.

Desde poco antes de 2015 Maisel le da vida a estos pequeños gigantes que pertenecen a su serie “Colosos”. Pero, ¿Por qué lo hace?, ¿Cuál es su motivación?

Se graduó de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, en 2007, y en la actualidad trabaja como profesor de artes plásticas en la Casa de Cultura Mirta Aguirre del municipio de Playa.


Para este joven artista, los niños, son sinónimo de expresividad, de vida y de alegría, por eso decidió de forma autodidacta cubrir ciertas zonas de la ciudad con rostros infantiles para darle un poco de vida a esta añeja Habana que pide a gritos más de un retoque.

Desde que apareció el primer rostro, el imaginario popular comenzó a fabular historias. Se decía que el autor los dibujaba para inmortalizar a niños que habían muerto o que era parientes suyos.

La realidad es que Maisel, fotografió a niños, escogidos al azar en el municipio Playa para capturar en más de una imagen, la expresividad y la inocencia de estos pequeñines, que luego llevaría a gran escala en lugares descoloridos y mustios.

“El pintor de los niños gigantes” como le conocen muchos habaneros crea siempre sus carteles sobre un fondo de color gris, para que los retratos parezcan mucho más naturales. Se vale de unos pocos materiales, sobre todo impermeabilizantes, pinturas acrílicas y esmaltes para lograr que sus obras no se desvanezcan tan rápido, aunque una o dos veces en el año tenga que retocarlas.

El financiamiento para tan maravillosa idea no proviene de ninguna parte, más que de su propio esfuerzo que a veces proviene de la venta de sus obras, algunas en lienzos.

Tal como ha dicho el joven, su serie Colosos es “(…) un hecho artístico sin ánimos de lucro, inspirado en un pensamiento Martiano. Es una obra pura, sincera, alejada de todo vicio consumista e inocente como los mismos modelos que represento. Interiorícese que mi ideología artística siempre estará enfocada “con los humildes y para los humildes”. Tengo como meta ser mejor artista cada día para lograr con mi faena seguir conquistando sonrisas de felicidad en los caminantes cuando observen mis Colosos.”



Para él, no hay mejor galería que exponer a la luz pública sus claroscuros en esta especie de murales callejeros que llevan su sello. Maisel ya había logrado esa dosis de realismo en sus desnudos sobre óleo y cartulina, pero nada se compara con el valor de estos rostros infantiles que sobrepasan incluso su propia estatura. No importa que para ello tenga que subir una y otra vez de la escalera, o que el sol selle a su antojo la pintura que no ha de secarse.

Los Colosos de Maisel llenan de alegría a una ciudad que como él, entiende que en los pequeños se cierne el alma de una nación, el futuro hecho semilla que habrá de germinar. Por eso da gusto verlos revolotear de inocencia en las paredes de esta Habana.

Maisel, se nos revela como un artista incansable, de esos que no esperan nada a cambio más que la satisfacción de quienes saben apreciar el arte. A él podemos verlo todavía en la Casa de la Cultura, enseñando técnicas de artes plásticas en el Proyecto Cuenta conmigo, que le devuelve las esperanzas a niños, jóvenes y adultos con necesidades especiales.

Y aunque, por el momento sus Colosos iluminan esta pintoresca Habana, Maisel espera que algún día sus retratos infantiles a gran escala recorran también otras paredes y avenidas de Cuba completa.


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