En medio de un creciente debate tras la discusión de un cubano dueño de negocio en Hialeah y una actriz venezolana, el propietario del local ha decidido hablar durante una entrevista en el canal de youtube de El Canal de las Emociones.
Miguel, quien ha trabajado en su negocio durante casi 12 años, se ha convertido en una figura central en esta discusión, que abarca tanto la diversidad de nacionalidades en la ciudad como hasta dónde tiene derechos o no el propietario de un negocio a la hora de aceptar clientes.
Durante una reciente entrevista, Miguel compartió su experiencia al tratar con una clientela diversa, que incluye a muchos cubanos y venezolanos. A pesar de la mezcla de culturas, él enfatiza que su negocio es privado y que tiene el derecho de establecer reglas para sus clientes. “Esto es propiedad privada abierta al público, y el dueño tiene el derecho de retirar la invitación a cualquier persona que no siga las normas”, explicó.
Desafíos en el manejo del negocio
El incidente que llevó a Miguel a ser el foco de atención ocurrió cuando una cliente, en este caso la actriz venezolana Norkys Batista se sintió ofendida por la aplicación de las reglas de la gasolinera. Miguel relató que ha tenido problemas con personas que no comprenden que deben seguir las normas establecidas. “He tenido problemas con cubanos y no cubanos que creen que esto es propiedad pública”, añadió.
El propietario también expresó su preocupación por la seguridad en su negocio, especialmente después del aumento de incidentes vandálicos en Estados Unidos. “No puedo permitir que las personas entren y roben mientras estoy atendiendo a otros clientes”, dijo. Aclaró que sus empleados tienen prohibido perseguir a los ladrones, pero que él mismo actuará si se ve amenazado.
Opiniones sobre el incidente viral
La controversia se intensificó cuando un video del altercado se volvió viral. Miguel mencionó que, aunque algunos han expresado apoyo, también ha recibido amenazas y comentarios negativos. “La mayoría de las llamadas han sido positivas, pero también he recibido comentarios de odio”, afirmó. “No tengo miedo a nadie; sé que estos son cobardes que no se atreverán a venir a hacer algo de frente”.
En relación con el video, Miguel destacó que la reacción de su interlocutor fue provocada por su insistencia en que se siguieran las reglas. “Ella comenzó a elevar la voz, y le devolví la licencia de la tarjeta, diciéndole que se fuera”, recordó. Esta situación ha llevado a un debate más amplio sobre el respeto a la propiedad y las normas en un país donde muchas personas llegan con diferentes expectativas.
Un mensaje a la comunidad
Al finalizar la conversación, Miguel dejó un mensaje claro: “Todos los venezolanos y personas de cualquier nacionalidad son bienvenidos, siempre que respeten las normas”. En este sentido, aboga por un entendimiento mutuo entre las diversas comunidades que coexisten en Hialeah.
La situación en Hialeah no solo refleja las tensiones culturales entre cubanos y venezolanos, sino que también pone de relieve la necesidad de un diálogo más abierto sobre las expectativas y las normas en un entorno multicultural. La historia de Miguel es un recordatorio de que, a pesar de las diferencias, la convivencia pacífica es posible cuando todos están dispuestos a respetar las reglas del lugar que ahora llaman hogar.
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