El destacado y talentoso humorista cubano Ulises Toirac ofreció una entrevista a Hyper Media Magazine en la que reveló que hay días en los que apuesta por irse del país y en otros siente que debe quedarse. En la conversación confesó además sobre los motivos que le han llevado a llegar a ese punto en muchas ocasiones forzados por actores externos.
Ulises explica que muchas veces pone la balanza sobre la mesa y estudia las razones por las cuales puede tomar una decisión u otra atendiendo a razones objetivas y subjetivas que siempre deben analizarse con detenimiento. «Hay dos cosas ciertas: artísticamente aquí no me queda nada por hacer, comenzar en cualquier sitio a los 60 es un desafío épico. La vida dirá», dijo el humorista.
Refiere que una de las causas por las que le viene a la mente salir de Cuba es por la censura constante a la que ha tenido que sobrevivir hace alrededor de dos años y tanto, sobre la cual plantea que no está escrita, pero si provoca un daño a quienes la sufren.
«Uno solo ve una negativa tras otra y un silencio sepulcral cuando se hace público el modus operandi. Es un mecanismo maquiavélico», dijo Toirac quien agrega que el estado cubano siempre quiso extender sus tentáculos para «monopolizar sitios de opinión», dígase emisoras de radio, periódicos y los escenarios donde se desenvuelven los artistas cubanos.
Otros de los puntos que criticó el guionista y que ha sido una forma del estado de mover los hilos a su manera en los escenarios teatrales, es la afluencia de trabajadores simpatizantes con el aparato estatal para rellenar los teatros de artistas críticos de la sociedad cubana, algo que considera se emplea para intimidar a los creadores.
«En más de una ocasión, tanto en el Acapulco como en el teatro Mella o en el Karl Marx, he visto el mecanismo. Zonas completas del lunetario para organismos, llenas de individuos ¨combativamente dispuestos a repeler manifestaciones contrarias¨», reprochó el artista quien aseguró haber saludado a algunos de esos personajes en sus presentaciones.
Respecto a este tema en particular recordó una anécdota que vivió en el cine Acapulco situado en la céntrica Avenida 26 en la que las instituciones estatales abarrotaron parte del escenario con «invitaciones» para ver el espectáculo, pero que realmente su propósito era otro.
«En cierta ocasión tuve que amenazar con suspender una peña en la sala de video del Acapulco, porque sin haber entrado público de la cola, ya la sala estaba al 50% de integrantes de las Brigadas de Respuesta Rápida. Aquello se ponía en candela. Y el artista en el escenario siente eso», lamentó el comediante cubano.
En cuanto a la relación que pudiera tener el régimen con los artistas explicó que puede haber un entendimiento entre las partes ya que la historia ha dado pruebas de ello. «Siempre es posible un diálogo. La historia lo ha demostrado. El lío es que los términos de ese diálogo cambian. Está en la inteligencia, la capacidad de supervivencia y la conciencia de lo que implica el fin del diálogo», dijo el intérprete de Matute.
Añadió también que una de las garantías imprescindibles para ese entendimiento tiene que ser la libertad de expresión de los creadores de contenido, «tanto desde el punto de vista formal como conceptual». A juicio de Toirac las conversaciones entre los dos bandos tienen que desarrollarse en un ambiente de igualdad y sin condicionamientos ni enfrentamientos.
«El Estado debe garantizar y fomentar su cultura, defenderla, protegerla, impulsarla. A fin de cuentas, la cultura es otro mercado. Las leyes que la mueven son similares», sentenció el artista.