El secretario de Seguridad Interna Jeh Johnson, afirma que no existen “informaciones de ninguna amenaza específica creíble”. No obstante, para garantizar la seguridad de este importante evento, se contará con 28.000 agentes del servicio secreto, el FBI, la Guardia Nacional, y la policía.
Las agencias de seguridad se enfocan para lograr reducir la posibilidad de atentados en la utilización de drones, embestidas de camiones o tiradores solitarios.
La mayor peligrosidad está basada en que algunos de los eventos serán al aire libre, por lo que en las azoteas de los edificios aledaños estarán ubicados francotiradores, contarán con detectores de radiación, químicos y biológicos en toda el área y la instalación de cristales blindados, frente a las autoridades.
El más grande reto de seguridad, es la caravana presidencial. La situación que se presenta no tiene nada que ver a la que había cuando Jimmy Carter recorrió los más de 2 kilómetros entre el Capitolio y la Casa Blanca en 1977.
Entre 700.000 y 900.000 personas estarán presentes en Washington, y 99 grupos han avisado que protestarán en los espacios designados para esta actividad.
