Haidee Cano, una joven estadounidense de ascendencia cubana nacida en Hialeah, Florida, ha visitado recientemente la Isla para saber más acerca de su identidad y sus raíces.
Cano de 27 años, graduada de una maestría en Trabajo Social en la Atlantic University de Florida, ha sido nombrada estudiante del año en su sucursal del condado de Palm Beach, y acaba de presentar una investigación nacional sobre mujeres latinas indocumentadas que sobrevivieron a la violencia de género, recoge OnCuba News.
El campo de estudio de la joven cubanoamericana es la salud mental, ella trabaja con comunidades marginadas y de bajos ingresos, inmigrantes y refugiados, y prisioneros, la mayoría de ellos provenientes de familias negras.
Haidee investiga cómo las artes pueden promover el proceso de curación de traumas o heridas emocionales y psicológicas y, aunque ahora vive en West Palm Beach, muy pronto se mudará a Boston.
Sin embargo, antes de partir a un sitio más estadounidense, la investigadora de ascendencia cubana revela cómo fue nacer y crecer en Hialeah, donde se le pone «agua de violetas» a los bebés, y se les enseña a los niños a comer pasteles de guayaba y a tomar café con leche en el desayuno.
Aunque no se encuentra en Cuba, Hialeah para Haidee es una ciudad profundamente «cubana».
«Nunca me di cuenta de la experiencia única que tuve al crecer en Hialeah hasta que me mudé a la universidad en Gainesville, en la Universidad de Florida. Para mí fue muy entretenido que la gente se desconcertara de cómo estaban en español todas las señales en mi ciudad natal, cómo tenía clases obligatorias de español en la escuela primaria, cómo la mayoría de mis maestros eran cubanos, junto con la mayoría de mis compañeros de clase», cuenta Cano.
Haidee revela lo que todos saben, sin embargo ella encuentra las palabras precisas y sintetiza lo que es vivir en una ciudad de exiliados por naturaleza, «Hialeah fue inundada por dueños de tiendas cubanas, vecinos cubanos, restaurantes cubanos, todo cubano. Esencialmente Cuba «sin la miseria» (sin pobreza), como diría mi madre», explica.
De su infancia recuerda que para el Mes de la herencia hispana en el jardín de infantes, toda su clase cantó «El Yerberito» y me vestí como una rumbera.
«Mi primer idioma fue el español. Estuve en el programa de inglés Second Language (ESL) hasta el 2º grado, más aún porque mi madre no quería que perdiera mi español, como si eso pudiera suceder en Hialeah», detalla la cubanoamericana.
«En Hialeah, es muy común presenciar a un vecino sacrificando una cabra en su patio. También es habitual ver a los mismos viejitos jugando al dominó fuera de Sedanos. Alguien me dijo una vez que Hialeah era «el solar mas grande fuera de Cuba», confiesa.
Haidee revela que a medida que envejece conoce más de sus familiares y se vuelve más segura con respecto a su propia identidad. Incluso cuenta con su propia definición de cubanía.
«Ser cubano para mí es que tu corazón salte un latido cada vez que escuchas una salsita en la radio; es llamar a otras personas «mamá» y «papo»; ser cariñoso; tener antojo de pastelitos de guayaba con café con leche por las mañanas; estar saludando a los demás con un beso en la mejilla; es mantener tu casa «limpia», también absolutamente impecable; es ser hospitalario es ser audaz y «sin pena»; tener agallas y resolver las cosas», comenta.
«Es un homenaje al patrimonio europeo, africano e indígena que conforma nuestra hermosa Isla», añade.
Ella confiesa no se siente «ni de aquí ni de allá», vive entre dos culturas todo el tiempo.
«Como si no fueras totalmente cubana, ni totalmente estadounidense. Sin embargo, cuando la gente te ve en los Estados Unidos, ve a Cuba, pero cuando la gente te ve en Cuba ve la Yuma», concluye.
En la Isla Haidee ha tenido la oportunidad de conocer a su abuela, tías abuelas y primos 100% cubanos.
5 Comentarios