Ana Villalobos, una joven venezolana, se desahogó en Twitter luego de una discusión en su hogar. Su mensaje sacudió a las redes sociales y el portal Infobae la contactó para conocer su historia.
La joven escribió un desgarrador texto sobre cómo afecta a las familias la profunda crisis de su país:
La crisis a puerta cerrada
Desde que empezó la crisis en mi país me había alejado de Twitter porque la ansiedad que me causaba iba más allá de los síntomas bastante leves que suelo experimentar. No quiero caer en la retahila que millones de escritores venezolanos hoy anuncian (y los felicito): todos sabemos que Venezuela es un desastre de punta a punta.
Desde ahora la llamaré «La Crisis» así con el artículo «la», porque esto que pasa acá es único y merece su nombre propio. Así que «La Crisis», va más allá de lo que los venezolanos somos capaces de ver o estar concientes, ha calado en nuestra indiosincracia, tatuándose en nuestra piel, pero no como arte, sino como una fea y dolorosa cicatriz. Y si no me cree, lea mi historia.
Como parte de todo el desorden estructural que es La Crisis, Venezuela tiene sus medios de comunicación completamente censurados. Todos. No hay un canal de televisión o emisora de radio que diga la verdad. En Caracas hay bombas lacrimógenas y jóvenes manifestando desnudos, pero en el canal del Estado, esta el Presidente bailando salsa. Y baila muy mal.
«¿Qué habría hecho el expresidente dictatorial Marcos Pérez Jiménez si en su época hubiera existido Twitter, Facebook, e Instagram, donde fue recientemente galardonado como héroe – dictador?» Pienso mientras recupero mi vida en Twitter para poder saber qué pasa en el país.
Llevo 10 años en Twitter. Estaba ahí cuando éramos como 20 venezolanos nada más. Sin embargo, a mi nadie me prestaba atención… hasta que un día peleé con mi papá… mi papá chavista. No es la primera vez que discuto con él acerca del tema y hacía tiempo que no hablaba con él al respecto. Pero un solo comentario que hice y dirigido hacia otro familiar lo hizo explotar:
«Anoche salió un vocero chavista a decir que no estaba pasando nada en Caracas… a la 1 de la mañana, y con media capital en llamas»
No quiero extenderme ni profundizar en las palabras que me dijo mi papá. Usó los típicos argumentos del gobierno: «¡Mentiras! ¡Montajes! ¡Fueron ellos!»… Solo quiero hacer énfasis que de la nada fue dueño de una furia extraña (y ajena) que lo llevó a decirme una de las peores cosas que jamás podría escuchar:
Él: ¡Ojalá los mataran a todos!
Yo: ¿A mi también?
Él: ¡Sí, si te metes en eso sí y si te meten presa a mi no me estés llamando!
Tras escuchar esas palabras mi mente se nubló un poco y solo recuerdo que mi padre iba de salida y alcancé a decirle que Chávez había muerto y estaba bien podrido.
Cuando escuchas algo así de una de las personas que te da la vida es como si perdieras el soporte por un momento. De repente me sentí un paso más cerca de la muerte. Como si al mirar a tu alrededor no hubiera más nadie contigo.
Era una extraña y desconocida sensación de soledad. Aunque tenía familiares en casa, me encerré en mi habitación y rompí a llorar. Así que buscando apoyo escribí a mis amigos y publiqué en redes… y así es como me está leyendo el día de hoy.
Por mi cabeza pasaban imágenes de Chávez, recuerdos de un viaje a Puerto La Cruz en 1998 (una ciudad de playas en nuestro país) donde mi papá usaba una boina roja… Mi mente era una ensalada de recuerdos felices, tristes, cadenas de Chávez y canciones oficialistas. No entiendía como puede un padre preferir a un completo extraño por encima de una hija. Aún no entiendo.
Nunca pensé que ese tweet se volviera viral. He tuiteado muchísimas locuras estos 10 años y nadie me había notado. Un par de colegas me avisaron que la famosa cuenta de Psicovivir había publicado una imagen con mi tweet en Instagram y cuando lo vi no lo podría creer.
Más tarde le tocó a Facebook y ahí supe que no había vuelta atrás. Estaba por todos lados. Mis amigos me lo decían, mis familiares me lo decían. Yo siento que esto es un desastre porque solo quería desahogarme, pero el apoyo ha sido tan hermoso y tan inmenso, que me ha hecho recuperar un poco la esperanza en mi país, me ha hecho sentir muchísimo menos sola en el desamparo de esta situación y estoy profundamente agradecida…
Pero también encontré preocupante que muchos me dijeran de casos parecidos y peores de experiencias con sus familiares: La Crisis se remonta y se marca a puertas cerradas, destruye lazos, amores, hogares. Y se que me dirán que no es La Crisis, es la enseñanza del eterno y les diré que en gran parte sí… Pero esta intensa batalla en la que nos encerraron hace 18 años es parte de La Crisis y la intensifica, la hace más gigante, más fuerte, más peligrosa. Y todos los colores salen perdiendo.
Aunque me haya dicho lo que fuera, sigue siendo mi papá y lo amo. Medio país está insultándolo y diciéndole de todo, pero yo sé que fue un arrebato de rabia. No es un hombre violento, es perseverante y ha trabajado duro por las cosas que tiene hoy en día (no, no es enchufado). Solo es víctima de un fuerte lavado de cerebro en el que la mayoría de este país estuvo por muchísimo tiempo pero que ha logrado despertar.
Y es que esta cicatriz se agrava y se profundiza mientras pasan los días. Hay muchísimo amor y apoyo en mis respuestas pero también hay mucho odio y agravios. Lo negativo de La Crisis va de parte y parte. Pero hay que unificar las partes. Hay que entender al otro y respetarle: trabajar juntos para empezar a reconstruir, solo así lograremos abrir las puertas para dejar escapar La Crisis y sanar esa cicatriz en una hermosa y nueva piel.
(Con información de Infobae)