Durante los días previos al 17 de diciembre, cuando se celebra a San Lázaro en Cuba, conocido como el santo de los milagros, miles de cubanos realizan una peregrinación a El Rincón, donde se encuentra el santuario en el pueblo de Santiago de Las Vegas.
Algunos van cargando piedras atadas a sus pies, se van arrastrando, otros simplemente van caminando, San Lázaro es el santo más venerado por los cubanos de dentro y fuera de la Isla, después de la Virgen de la Caridad del Cobre.
En la peregrinación de este año, religiosos de distintas denominaciones protestantes repartían volantes y ofrecían charlas a los caminantes.
Simultáneamente, la policía vigilaba cada cien metros, y comentaban su hastío luego de doce horas parados en el mismo lugar.
Miembros de la Cruz Roja prestaban ayuda a los peregrinos que llegaban cansados.
Uno de los oficiales dijo: “Llevo más de 12 horas. Y tenemos que quedarnos hasta que culmine todo, aunque nos rotan cada cuatro horas”.
Para los negocios en el pueblo, este año no fue como los anteriores, se les prohibió vender bebidas alcohólicas a los establecimientos estatales y privados.
La venta de velas también estuvo prohibida, solo dos puestecitos dentro del santuario vendieron luminarias, colapsando la demanda.
Ramón un vendedor ambulante de artículos religiosos explicó a Diario de Cuba: “No permiten que vendamos velas. Junto a las flores, es lo que más compran las personas que pasan estos días por aquí”.
Los puestos de flores estaban vacíos, los precios iban desde 5 CUP por flor, hasta ramos de 100 CUP, lo que equivale 4 CUC, sin embargo no hubo tantos compradores.
Darío Montes de 38 años, quien asiste a El Rincón desde 2010, comentó: “Es que hay menos personas que en años anteriores”.
La baja en la peregrinación perjudicó los negocios de los cuentapropistas que esperan esta gran fiesta del año para generar sus pequeños ingresos.
Arnaldo, dueño de una cafetería apuntó: “El negocio está malo, hay poca gente. Invertí más de 200 fulas (CUC) en carne y pollo y no creo que lo vaya a recuperar”.
Los inspectores vigilantes también impidieron que se vendieran muchos víveres, que se han ofertado en años anteriores, pero que en este 2017 no se permitieron.
“Estos siempre han sido días buenos para los que tenemos licencia para venta de comida, pero hay muchos inspectores y es más difícil poder tener ofertas variadas”, detalló otro cuentapropista.
En comparación con años anteriores, la iglesia se apreciaba vacía, mayormente la mendicidad era notoria en la zona.
La popular Piedra de Agua Bendita, estuvo cerrada por primera vez, siendo uno de los objetivos principales rociarse con esa agua bendecida, después de la larga peregrinación.
En lugar de la Piedra sagrada, habilitaron una especie de bebedero rústico con varias pilas.
Un trabajador de la iglesia justificó: “Cerraron esta área porque las personas brincan el muro para el hospital de leprosos. Será abierto este lunes nuevamente”.
Los feligreses se mostraron decepcionados e incomodos por la prohibición, el despliegue policial fue notable, incluso con la presencia de oficiales de alto rango, y agentes vestidos de civil rodeaban el santuario.
“Viajé tanto para llegar y bañarme en la piedra y ahora no puedo. Esto no lo esperaba”, confesó una señora mayor.
(Con información de Diario de Cuba)