En 16 años, la Seguridad Social tendrá que reducir los beneficios en un 21% si los legisladores no hacen nada para remediar el déficit de financiación a largo plazo del programa.
Eso es lo que proyectaron los fideicomisarios de la Seguridad Social y Medicare en su informe anual de 2018 publicado el martes.
Los fideicomisarios estiman que para 2034 los fondos fiduciarios combinados para la Seguridad Social — que ayudan a financiar los programas de vejez y discapacidad — se agotan. En ese momento, el Seguro Social solo podrá pagar el 79% de los beneficios prometidos a los jubilados y a los beneficiarios discapacitados.
Entonces, si esperaba recibir $ 2,000 al mes, su pago se reduciría a $ 1,580.
La previsión de Medicare es un poco peor que la del año pasado.
El fondo fiduciario para la Parte A de Medicare, que cubre los costos de hospitales y hogares de ancianos para personas mayores, se agotaría en 2026, tres años antes que la proyección del año pasado. En ese momento, el programa solo podría pagar el 91% de los beneficios prometidos.
Antes de que se aprobara la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, los fideicomisarios habían proyectado que el fondo fiduciario de la Parte A se agotaría este año.
Mientras tanto, la Parte B de Medicare, que ayuda a las personas mayores a pagar las cuentas del médico y los gastos para pacientes ambulatorios, se financia mediante una combinación de pagos de primas y dinero proveniente de los ingresos federales generales. Lo mismo se aplica a la Parte D, que ofrece cobertura de medicamentos recetados. Ambos serán financiados de forma totalmente indefinida, pero solo porque la ley exige el financiamiento automático de los mismos. Sin embargo, sus costos están programados para crecer del 2.1% del PIB en 2017 al 3.6% en 2037.
El Congreso ha apostado por el tema de apuntalar la solvencia de ambos programas de derecho durante años. Y este año probablemente no sea diferente, con los legisladores enfocados en navegar la era de Trump y planear para los períodos intermedios en noviembre.
Para asegurar que el Seguro Social y Medicare sigan siendo solventes en las próximas décadas, tienen tres opciones básicas: pueden aumentar los impuestos sobre la nómina pagados en los programas tanto por empleados como por empleadores, pueden recortar los beneficios para algunos o todos los beneficiarios, o pueden hacerlo alguna combinación de los dos.