El artista Luis Manuel Otero Alcántara realizó unas pinturas como ejercicio de protesta ante la infancia de escaseces que han vivido generaciones de cubanos que como él, guardan imágenes de la desigualdad que se ha vivido durante años en las escuelas y en los barrios de la isla, pese a que el discurso del castrismo ha sido siempre el de la justicia social y el falso igualitarismo.
«A pesar de ser un niño bueno, yo no conocí a los reyes magos. Acrílico sobre cartulinas. Mi infancia transcurrió durante la crisis de mayor escasez que ha experimentado Cuba: el Período Especial», comienza diciendo el activista.
«Niño al fin, cambiarías un bistec por un chocolate, pero tampoco había carne. Luego empezaron a importar dulces con envolturas y formas coloridas, pero tampoco fue para todos los niños, a la mayoría solo nos tocó coleccionar en un libro (que no sabías ni leer) como tesoros, los envoltorios de aquellos dulces que otros se comían», relata.
A pesar de ser un niño bueno, yo no conocí a los reyes magos. Acrílico sobre cartulinas . Mi infancia transcurrió…
Publicada por Luis manuel otero alcantara en Jueves, 11 de marzo de 2021
«¿La mina de nuestros preciados tesoros? La suerte y mirar para el piso de la calle que muchas veces te regalaba el más escandaloso y colorido ‘paquete de chocolate’, el cual guardabas junto al fantasmal olor de aquel chocolate cuya única probada era olvidar la frase «lo del piso no se come». Un día de mucha suerte tu lengua se sorprendía con una migaja en algún borde del paquete de chocolate», confiesa al tiempo que desempolva los recuerdos más tristes de su niñez compartida con millones de niños cubanos a los que como a él le robaron grandes emociones y sabores de la infancia.
«Cuando tu nariz ya no se llenaba con este paquete, un niño te hacía una oferta tentadora para cambiarte tu tesoro por otra envoltura de plástico, que te traía un nuevo aroma de chicle o de un desconocido dulce. Este desequilibrado tráfico e intercambio era porque el avaricioso niño tampoco había comido de tu paquete y quería también presumir un nuevo olor de chocolate en el aula.», recuerda Luis Manuel.
«Estas pinturas son un ejercicio de protesta desde objetos antropológicos de la escasez. Es responsabilidad del sistema que los niños también tengan, dulces, fantasías y que su sueño no sea emigrar», concluye.
Decenas de cubanos comentaron el post de Otero Alcántara, identificados con una realidad que los marcó para toda la vida:
«Yo también tuve mi libro de colección de envolturas de dulces me llenaba el hecho de decirle a mis amiguitos que había comido todos los dulces de mi colección de papelitos, hoy en día no lo veo tan divertido cuando me veo en la situación de que mi hijo no los pueda comer «, comentó Lianet Loyarte.
«Recuerdo perfectamente mi colección, como le llamábamos. Ahora desde la distancia veo que triste fue vivir una infancia de paqueticos de chocolate vacíos», rememoró Jany Hernández.
Esta reflexión del coordinador del Movimiento San Isidro llega precisamente en un momento en que los padres cubanos sufren al ver a sus hijos llorar viendo caramelos y golosinas en las vidrieras de las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), y ellos no pueden hacer nada para mitigar el dolor por no tener divisas extranjeras.