Músico cubano Arnaldo Rodríguez despliega su cinismo en redes y se mofa de manifestantes en Caimanera

El músico cubano Arnaldo Rodríguez, director de la Orquesta El Talismán, desplegó una vez más su cinismo en redes sociales, burlándose de los manifestantes en Caimanera, Guantánamo, quienes salieron a protestar ayer sábado 6 de mayo en horas de la noche.

«La próxima vez que se emborrachen crucen la Bahía y exijan a los yanquis que devuelvan el territorio cubano que ocupan ilegalmente», escribió Rodríguez, haciendo alusión a la versión oficialista que acusa a los manifestantes de «haber estado bajo los efectos del alcohol» cuando iniciaron la protesta, lo cual es totalmente incierto de acuerdo a los testimonios de pobladores, y a juzgar por las imágenes que han circulado en redes sociales, donde se ve a cientos manifestarse.

Las palabras de Rodríguez, quien una vez más opta por ponerse del lado del opresor, con tal de mantener los privilegios que la dictadura le da, en medio de las calamidades que pasa la población en general, han desatado indignación en las redes, ya que muchos cubanos las consideran una ofensa para con los isleños que no quieren seguir viviendo bajo un régimen dictatorial que les pisotea y le arrebata todos sus derechos, incluso el de pensar libremente.

«Arnaldo Rodriguez Romero el pueblo nunca olvidará tu complicidad con los dictadores corruptos. Tu serás uno de los que tendrá que rendir cuentas. A propósito con ese nivel de guapería por qué no van todos ustedes, las ciberclarias, los chivatos, las brigadas de respuesta rápida, por qué no han tenido los cojo…. para sacar a los americanos de la Base Naval, dale vallan…», comentó en sus redes Dairon Díaz, un holguinero exiliado.

Arnaldo Rodríguez un músico evidentemente mediocre que para subsistir y mantener una vida sin carencias en un país expoliado por la familia Castro y por el clan de Díaz-Canel, ha tenido que convertirse en un embajador de la dictadura, dedicándose constantemente a repetir sus eslogan como «A la Patria manos y corazón», una consigna repetida por el dictador cubano y su cúpula para seguir reclamando sacrificios al pueblo.