Un reportaje especial del sitio digital Cubanet compartió las opiniones y experiencias de varios médicos cubanos que han brindados servicios en otros países mediante las llamadas «misiones médicas» organizadas por el régimen de la isla para obtener divisas.
Enmascaradas como labor humanitaria e internacionalista para ayudar a países en necesidad de especialistas médicos, el gobierno cubano ha cobrado millones de dólares a través de los años con la mano de obra calificada de los especialistas cubanos a quienes explota por un salario miserable.
Estos especialistas no tienen voz ni voto en los contratos que redacta Cuba con otras naciones a donde asisten a brindar servicios en ocasiones en localidades remotas y peligrosas.
Las declaraciones de varios médicos cubanos cuyas entrevistas fueron facilitadas a CubaNet por la Fundación para los Derechos Humanos en Cuba así lo demuestran.
Maria Cristina es médico general e integral; trabajó en Bolivia durante el período 2008-2010. Allí ―asegura― los galenos cubanos eran sometidos a un estricto control, todos sus movimientos eran supervisados por el régimen de la Isla.
“Ahí había un control estricto, a las 6:00 p.m. teníamos que estar en la casa, al principio nos llevaban y nos traían. Luego te daban dinero para la movilidad, para que cogieras el transporte público pero sabías que tenías que llegar a las 6:00 p.m.”.
“A las 8:00 de la noche todos los días se hacía una reunión en la que tenías que exponer cuántos pacientes habías atendido y ahí te amenazaban: si no cumplías la meta perdías la misión”.
“El control era tan fuerte que una vez por la madrugada uno de los jefes de la misión fue a ver si cada uno de nosotros estábamos durmiendo en nuestras camas. La coordinadora tuvo que abrirle los cuartos para que él pudiera chequear. Tú no podías salir, ni ir a un baile, ni a tomar, nos limitaban nuestro movimiento”, denunció.
Según explica, en Bolivia después de pasar por la Aduana sus pasaportes eran retirados.
“En las reuniones siempre pedíamos que se nos diera una identificación. Tu podías morirte y nadie sabía quién tú eras. Ya al final de la misión nos dieron un carnecito que te identificaba como miembro de la misión pero estuvimos año y medio indocumentados”, señaló.
Por su parte el enfermero Alexis asegura que estuvo de misión en Dukhan, en el Estado de Qatar, durante 2013-2016. El cubano advierte que la presión ejercida por las autoridades de la Isla se hace sentir desde el momento en que el profesional pone el pie en tierra extranjera.
“Las presiones existen desde que llegas. En el aeropuerto, antes de saludarte, te retiran tu pasaporte y te hacen saber que todos tus movimientos serán controlados. Te hacen consciente de que eres simplemente una pieza de ajedrez y que serás movido a su antojo. El día que no les sirvas a sus principios serás desechado. Te sientes extremadamente utilizado. El pasaporte permanece en manos del hospital hasta el regreso a Cuba, una práctica que es ilegal en Qatar”, puntualizó.
Según Alexis, nunca fueron informados del monto pagado por cada uno de ellos, aunque extraoficialmente se manejaban algunas cifras, asegura.
“Jamás se nos dijo cuánto era lo que la Corporación pagaba por cada uno de nosotros. Extraoficialmente se decía que pagaban 13 200 euros mensuales por cada enfermero. Nosotros recibíamos un sueldo mensual de 1000 dólares (unos 890 euros)”.
“Nos negaban hasta el derecho de visitar a un extranjero y, en el caso de personas solteras, a tener relaciones íntimas. Estábamos aislados en una jaula de oro y se nos impedía acceder a bebidas alcohólicas y a la carne de cerdo, que en Qatar es un derecho para los extranjeros que pueden obtener una licencia para comprarlos”.
Asimismo, refiere que el personal cubano en Qatar se encuentra aislado en el desierto y que al Gobierno de Cuba le interesa que permanezcan así porque tienen control sobre sus movimientos en todo momento.
“Sabe de dónde sales y las horas a las que lo haces… No tienes derecho a tener transporte privado y solo puedes moverte en autobuses a lugares específicos y en horarios concretos”, especificó.
“La presión creció sobre nosotros. Teníamos que asistir a mítines semanales y a continuas arengas políticas. Había personas dedicadas a controlarnos. En el pico de salidas, podían desertar de dos a tres profesionales cada 15 días. Alrededor de 40 personas salieron y habrían sido muchos más si el programa de parole (en EE. UU.) no se hubiese abolido en 2017”.
“Nosotros nos consideramos esclavos del siglo XXI. Nos consideramos manipulados (…). Cobrábamos alrededor del 10% de nuestro salario o menos (…). Nuestro sueldo había que dárselo al chulo, que era el Gobierno de Cuba”, se quejó.
El cirujano Eduardo Nápoles, con misiones en Venezuela y Brasil, asegura que el régimen cubano se quedaba con parte de la ayuda que les daba Brasil para establecerse en el país.
“Trabajaba en un puesto de salud de Mais Médicos en Fortaleza, estado de Ceará. La prefectura (alcaldía) daba una primera ayuda de 15 a 30 000 reales para establecernos. De eso solo nos daban 4000 reales y con el resto se quedaba Cuba”, acotó el galeno.
Sin embargo, no cree que el dinero que le quitan a los médicos cubanos en las misiones se reinvierta en el sistema de salud pública de la Isla porque los hospitales siguen abandonados y la escasez de medicinas persiste.
Para el médico integral Eduardo Pino, el salario fue uno de los incentivos principales que lo motivaron a dejar a su familia atrás para irse a cumplir misión en Venezuela en 2013.
“El salario fue un fuerte incentivo para dejar a mi familia. Partiendo de lo que era un salario de 15 dólares al mes en 2011 para los médicos en la Isla, pasé a cobrar 125 mensuales durante los primeros seis meses en Venezuela, una cifra que aumentó a 250 después de esos seis meses. Mi familia en Cuba también recibió un bono de 50 por mes”.
Entretanto, asegura que los medicamentos que estaban en falta en Cuba eran llevados a Venezuela y que, incluso, en ocasiones se medicaba de más para justificar la cantidad de consultas. Asimismo, en tiempo de elecciones llevaban más medicamentos para contentar a la gente y convencerlos de que votaran por Maduro.
La farsa no paraba ahí. También se falsificaban documentos y estadísticas para mostrar el contenido de trabajo que el régimen de la Isla exigía a sus galenos, para justificar la cantidad de pacientes atendidos por días.
“Yo estuve en Venezuela del 2014 al 2015 y allí tuve que falsificar documentos y estadísticas médicas. Tuve que botar muchos medicamentos. Yo tenía que coger una pala, abrir un hueco y enterrar todas esas medicinas. Como tenía que falsificar las hojas de cargo para que pareciera que atendíamos a más pacientes, después tenía un sobrante que tenía que desaparecer. Lo más triste es que esas mismas medicinas que desechamos están en falta en Cuba”, denunció la especialista en medicina general integral Mara González.
Los “posibles desertores” sufrían acoso y eran enviados a trabajar a los lugares más difíciles. “Pasé mucho trabajo, mucha hambre. Siempre tienes alguien que te está vigilando”, lamentó.
“En la época de elecciones tienes que salir a hacer campaña política a los barrios malos, todo el tiempo tienes miedo de que te asalten, y si no vas entonces te pueden revocar la misión”, recalcó.
Raicel Delgado Sánchez cumplió misión en Brasil y terminó dándose cuenta de que estaba siendo víctima de robo por parte de las autoridades cubanas.
“En Brasil acabé de darme cuenta del gran robo y abuso que tenían con nosotros, el salario en Brasil debía ser de 10 000 reales, pero solo se nos pagaban 3000 reales y 2000 por la prefectura, que serían 1200 dólares americanos. El Gobierno cubano se quedaba con más de la mitad de lo que debíamos cobrar por los servicios prestados”.
“Se nos exigía que reportáramos la mayor cantidad de pacientes además de diagnósticos falsos. En cuanto a las estadísticas se manejaban igual que en Cuba, falseándolas sobre todo en el caso de niños, embarazadas y ancianos”.
En tanto, según los indicadores de trabajo forzado de la Organización internacional del Trabajo (OIT), los galenos cubanos podrían estar siendo sometidos a trabajos forzosos durante las misiones médicas de acuerdo a sus indicadores.
La retención de documentos de identidad es uno los indicadores establecidos por la OIT para identificar el trabajo forzado. También lo es la restricción de movimientos.
Según la OIT, la retención de los documentos por parte del empleador impide que los trabajadores puedan obtener otro trabajo o acceder a servicios esenciales. Tampoco podían desplazarse libremente, estando siempre vigilados.
Los galenos también advierten haber sido sometidos a engaño en los contratos firmados, otro punto que indica sometimiento a trabajos forzados.
Por último la OIT, además, establece que cuando los salarios son retenidos sistemática y deliberadamente como medio para obligar al trabajador a permanecer en su puesto laboral y, además se niega la oportunidad de cambiar de empleador, las circunstancias apuntan a trabajo forzoso.