Luego de la propuesta del Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) de «penalizar a los clientes» de la prostitución, ha surgido un aumento de operativos policiales en diversos «puntos calientes» de La Habana.
Zonas de los municipios Cerro, Centro Habana, Boyeros y Arroyo Naranjo han sido «marcadas» por las autoridades policiales, aunque los operativos «no se enfocan en la clientela, sino en nosotras nada más», aclaró Yulexis, quien ofrece sus servicios sexuales en las proximidades de La Palma.
«‘Penalizar’ a la clientela tampoco nos beneficiarĂa, y no hay que ser sabia para darse cuenta de eso. La razĂłn de prostituirnos es econĂłmica, asĂ que esa medida no solucionará nuestro problema y mucho menos creo que sirva para erradicar la prostituciĂłn», añadiĂł.
La idea de «penalizar a los clientes» fue retomada en el Simposio Internacional Violencia de Género, Prostitución, Turismo Sexual y Trata de Personas, celebrado en La Habana en enero pasado.
Mariela Castro EspĂn, directora del CENESEX, ya la habĂa esbozado en una entrevista en 2012 en la que elogiĂł la «experiencia sueca» al respecto y dijo que «que ha demostrado efectividad en la disminuciĂłn de la explotaciĂłn sexual».
«¿Ahora tambiĂ©n quieren decidir con quiĂ©n tengo relaciones sexuales y en quĂ© gasto mi dinero? Si quieren ‘combatir’ la prostituciĂłn tienen que empezar por mejorar la situaciĂłn econĂłmica de 11 millones de cubanos», dijo Gerardo, un cliente habitual de la avenida Santa Catalina, en el Cerro.
Aunque el CĂłdigo Penal cubano no incluye la «prostituciĂłn» como figura delictiva, castiga con confiscaciĂłn de bienes y hasta 20 años de cárcel el proxenetismo, la pornografĂa, la trata de personas y la corrupciĂłn de menores. Estos delitos se consideran más graves si son cometidos por agentes policiales, trabajadores del turismo, la salud, entre otros.
«Entre robar, vender drogas o pedir limosna, preferĂ ‘luchar’ de esta manera el dinero y la comida de mis hijos», señalĂł Lena, quien ejerce la prostituciĂłn en las cercanĂas de la calle Reina, en Centro Habana.
«Sobrevivir de manera ‘decente’ en este paĂs es sinĂłnimo de robarle al Estado, que es algo muy comĂşn para todos los cubanos. Robar no es más digno que prostituirse y lo que pasa es que Mariela Castro nunca tuvo que elegir entre estas dos opciones».
Ninguna de las mujeres entrevistadas conocĂa la calificaciĂłn de «trabajadora sexual» o la existencia de la organizaciones como la Red de Mujeres Trabajadoras Sexuales de LatinoamĂ©rica y el Caribe (RedTraSex), que denuncia las violaciones de los derechos de las prostitutas.
TambiĂ©n Olga Lidia Pajares, funcionaria de una sede municipal de la FederaciĂłn de Mujeres Cubanas (FMC, controlada por el Gobierno), desconocĂa la existencia de RedTraSex.
Pajares celebrĂł la iniciativa de Castro EspĂn porque cree que significará «orden y prácticas morales acorde a nuestra sociedad socialista».
ConsiderĂł la funcionaria que una alternativa a la situaciĂłn de estas mujeres es precisamente la FMC, «que funge como organizaciĂłn que desarrolla polĂticas y programas encaminados a lograr el pleno ejercicio de la igualdad de la mujer en todos los ámbitos».
La RedTraSex presentĂł el pasado 18 de marzo, ante la ComisiĂłn Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), un informe en el cual instĂł a que los estados adopten leyes que reconozcan la actividad de las trabajadoras sexuales como lĂcita y generen polĂticas pĂşblicas para mejorar las condiciones de trabajo de estas mujeres.
La RedTraSex alertó en su informe que muchas veces la aplicación de las leyes se traduce en operativos que terminan «perjudicando a las trabajadoras sexuales», y que lo indigno es la forma en que son tratadas por fuerzas policiales y estructuras de justicia.
Una realidad que también sufren las mujeres cubanas que sobreviven prostituyéndose.
«Aunque no existe el delito de prostituciĂłn, se nos detiene por ‘conducta predelictiva’, y ello nos puede llevar a la cárcel», mencionĂł Letis, de Monte y Cienfuegos.
(Con informaciĂłn de Diario de Cuba)
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