Profesor universitario cubano radicado en México, decepcionado tras visitar la Isla y ver con sus propios ojos el deterioro en que está sumido el país que lo vio nacer. Miguel Ángel Roca Perara de profesión psicólogo compartió un texto en sus redes sociales en el que expresa el dolor de haber perdido la tierra que amó una vez, un sentimiento amargo que persigue a los cubanos.
«Tras días en casa», tituló su texto, en el que hace énfasis en que la Cuba que amaba sólo vive en su recuerdo, porque La Mayor de las Antillas está totalmente destruida.
«Pues ya llevo varios días de nuevo por esta linda tierra azteca, y miento si digo que no extraño Cuba, he gustado mucho ser cubano, su geografía, sus paisajes, sus gentes, su historia, la devoción por Martí y hasta el respeto por el fervor a la Caridad del Cobre tanto por creyentes como por no creyentes, y hasta la prosperidad y humilde bonanza que recuerdo de mis años de infancia en mi barrio de Luyanó y de adolescencia y juventud en la secundaria y el pre (universitario) de la Víbora», escribió.
«Extraño muchísimo mas aún la intimidad de mi pequeña familia (qué tan nutrida fuera en algún momento), que tanto me llena», añadió.
«Pero con honestidad, el balance de mi última estancia no ha sido bueno, a pesar de que apenas salí (intencionalmente) de la casa en todo un mes, tal vez porque me resistía a VER, me resistía a ver un “mas de lo mismo, ¡pero peor!”, que involuntariamente me conducía a esa imagen de mi tierra, de las películas de ficción en que algo (una persona, un animal, un monstruo) se petrificaba y se desmoronaba convirtiéndose en un montón de polvo que nunca volvería a ser lo que un día fue, es aterradora la sensación de que la tierra que tanto se amó ya no es ni será y no queda otra sensación que la de la canción de Serrat en que afirma que “mi PATRIA y mi guitarra las llevo en mí, ella es fuerte y es fiel”,… aunque llegue a existir solo en el corazón y los recuerdos, no en la realidad. Y esa es, la sensación que por más que evito se apodera de mí», lamentó.
Roca Perara contó que llegó a un país que se cae a pedazos «por donde quiera que miras». Vio «rostros amargados, y hasta avejentados, un sistema hidráulico colapsado prácticamente, una inestabilidad crónica del sistema electro energético, un disfuncional (aunque debí decir no funcional) sistema de transporte, un incremento vertiginoso de la violencia y la pérdida de valores, una carencia de prácticamente todo»…
Mencionó lo que llamó «una estratosférica, galopante e indetenible inflación que a todos afecta, pero sobre todo a jubilados, en particular a aquellos que dieron lo mejor de sus vidas (por no decir toda su vida) a una causa que hoy convierte su pensión en el precio en el mercado negro de medio cartón de huevos».
El académico criticó que el régimen siga pidiendo más sacrificios y trabajo al pueblo, para beneficio de su cúpula. De igual modo, lo absurdo de la meta de digitalizar el sistema financiero, sin tener la estructura requerida para ello.
«Muy en particular me dolió el ver que un cartón de huevos se venda hasta en ¡3,000 CUP!, mucha más plata que la pensión de los referidos jubilados. Me impactó que tratamos de comprar cebolla y no había, la sustituimos por cebollinos y ¡tampoco!, y finalmente encontramos unas incipientes raíces de cebollino con mucha tierra y hoja al costo de 300 CUP, … con toda intención aguda (aunque no acepto que digan mala, es real), las imágenes que acompañan a este escrito son de huevos, cebollas y ajos, elementales en cualquier país del mundo por humilde que sea, ¿por qué tiene que ser utopía para nosotros?», cuestionó dolido.
«Pero hubo algo que me dejó lacerado, soy de la primera generación que perdió el derecho a tomar leche con 7 años en 1962, aunque con la promesa (nunca cumplida como tantas) de que un día (como reza un poema nica) correrían ríos de leche y miel«, recordó.
Posteriormente a aquella decisión la revolución de Fidel Castro sustituyó durante décadas la leche por el yogurt para los infantes, en los ’90 con el período especial el yogurt era de soya, pero para sorpresa del profesor que regresó de vacaciones a la Isla, el desgobierno de Miguel Díaz-Canel ha dado un paso más lejos, y ahora ha sustituido la leche de los pequeños por sirope.
«¡SIROPE!, quien sabe de qué carajo, tal vez de moringa. Sería un gran mentiroso si no expresara mi amarga sensación de haber sido burlado tanto tiempo, porque en pocos días Lucas cumple ¡7 años!, y ¡a tomar sirope!, … ¡no!, lo mismo él que todo niño cubano merece al menos un digno vaso de leche al día», exigió indignado.
«Créanme que en todo lo dicho hay mas dolor que catarsis, porque no hay una sola mentira y he tratado de ser lo mas objetivo y respetuoso posible. Amigos y familiares me han dicho que no escriba más estas cosas, como siempre “para no buscarme problemas”, porque el miedo es otro de los acumulados, pero tal vez lo más triste es el cómplice silencio o la más degradante distorsión de la jodida realidad, … no me hace gracia alguna oír la expresión de tantos de “no me gusta ser cubano”, pero no es absurda, porque tal vez la CUBA que tanto se amó es la que se lleva en el corazón y se va a cualquier parte del mundo con la persona, y porque de seguir las cosas como van, se corre el riesgo de dejar de ser la que aún está en su geografía», concluyó.