Salen a la luz cartas de la vida de bailarina estadounidense casada con jefe de espionaje cubano


Lorna Burdsall fue una bailarina estadounidense, y la primera esposa del artífice de los servicios de espionaje cubano, Manuel Piñeiro Losada, más conocido como Barbarroja.

Cartas recién redescubiertas de Burdsall arrojan detalles sobre su vida en Cuba, durante los vertiginosos años del comienzo de la revolución liderada por Fidel Castro.

Piñeiro dirigió el aparato de inteligencia cubano y de Seguridad del Estado por casi tres décadas, primero desde el Ministerio del Interior y luego desde el Departamento América del Comité Central del Partido Comunista Cubano, antes de morir en 1998 en un accidente automovilístico que en su momento levantó sospechas, pues Piñeiro recién había hecho declaraciones sobre unas memorias que estaría escribiendo.

Hombre de confianza de Fidel Castro, estuvo encargado de las operaciones encubiertas para crear y apoyar a grupos guerrilleros en varios países de Centroamérica y América Latina, y muchos fueron los secretos que se llevó a la tumba.

Pero en 1955, apenas era un estudiante en la Universidad de Columbia en Nueva York, cuando se casó con Burdsall, una bailarina nacida en Connecticut, que estudió en la prestigiosa escuela Julliard y era miembro del Partido Comunista.


Como hijo de un representante de la empresa Bacardí en Matanzas, Burdsall no podía imaginar la vida que le esperaba junto a él. Piñeiro se incorporó al Movimiento 26 de Julio dirigido por Castro y llegó a alcanzar el grado de Comandante del Ejército Rebelde.

A unos días del triunfo de los guerrilleros comandados por Castro, Burdsall, quien estaba en EE.UU. en ese momento, recibe dos telegramas de Piñeiro para que regrese a Cuba. Un tercero, es enviado desde Miami y está firmado por “Fifo” (uno de los sobrenombres con el que se conocía a Castro), informando a Burdsall que su regreso por ferry estaba programado para el seis de enero.

“Este día recibirás dinero si quieres regresar”, dice el telegrama, que incluye un teléfono y una dirección de contacto en Miami.

Casi dos años después, la madre de Burdsall, preocupada por el paradero desconocido de su hija, escribió al Departamento de Estado en octubre de 1960 para que indagara en Cuba. La embajada en La Habana respondió que desconocía el paradero de Burdsall y de su hijo —Manuel Khalil Piñeiro, nacido en 1957 —, ambos registrados como estadounidenses.

“Su solicitud indica que ella está casada con el comandante Manuel Piñeiro y su dirección es la residencia del comandante Raúl Castro, Ciudad Libertad, Habana. Raúl Castro es el jefe de las Fuerzas Armadas de Cuba. El comandante Piñeiro es un alto funcionario en el servicio de inteligencia de las Fuerzas Armadas de Cuba. Por las razones anteriores, la Sra. Piñeiro ha tenido poco contacto con la Embajada y su paradero actual se desconoce”, indica una carta firmada por un funcionario del Departamento de Estado.

Los telegramas y las cartas de Burdsall, los cuales están en venta, forman parte de una colección de 20 documentos obtenidos por la anticuaria Joy Shivar, quien publica un website para recuperar objetos y documentos de familiares.

Dos cajas con correspondencia de Burdsall fueron adquiridas por el Cuban Heritage Collection en el 2013, tras la muerte de la bailarina en el 2010.

“Esta colección ofrece una mirada poco común sobre el caótico período de la Revolución cubana a través de los ojos de una mujer estadounidense que estaba profundamente involucrada y dedicada a la causa”, comentó Shivar.

Pocos detalles afloran en las cartas sobre el trabajo o las muchas misiones de Piñeiro en América Latina, pero lo que sí aparecen son ejemplos de la vida privilegiada que vivió la bailarina estadounidense como miembro de una élite en el poder.

Leyendo la correspondencia entre Burdsall y su familia, salta a la vista que los miembros de la élite revolucionaria no se vieron demasiado afectados por la suspensión del servicio de correo postal directo entre la isla y Estados Unidos en 1963.

No queda claro en las estampas en los sobres, si las cartas llegaban a EE.UU. a través de un tercer país o no, pero no demoraban más de dos o tres semanas. Burdsall y su familia en EE.UU. también intercambiaban alimentos y regalos, por ejemplo, unos tabacos “del mismo tipo de los que fuma Fidel”.

En otra carta a su madre, la bailarina comenta que estaba recolectando regalos para enviar, algunos comprados por ella y “otros regalos de Checoslovaquia, la Unión Soviética, Corea, etc.”

Actualmente, una nieta de Burdsall, Gabriela Burdsall, vive en La Habana y es bailarina de la compañía que fundó su abuela. Ella y Piñeiro se divorciaron y este se casó de nuevo con la chilena Marta Harnecker, autora de manuales marxistas. Burdsall nunca se fue de Cuba, aunque viajaba ocasionalmente a Estados Unidos.

(Con información de el Nuevo Herald)


1 Comentario

  • Fulvio Marquez marzo 7, 2017

    Y esas cartas, a quien le importa? Solo a burgueses, castas de elites que no tienen que luchar la vida.

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