En el año 2017 Russell Loomis logró comprar la isla Beer Can Island por un valor de 63.000 dólares después de una exhaustiva búsqueda del propietario de la misma. Sin embrago Russell nunca imaginó que los nueve acres que poseía la propiedad era un destino turístico de gran envergadura.
«No tenía idea de lo popular que era este lugar entre la comunidad náutica», dijo Loomis a USA TODAY en una entrevista. «A principios de febrero, principios de marzo… Cada fin de semana o cada día de buen tiempo, la isla estaba completamente rodeada por cientos de barcos y cientos de personas en la isla».
Los visitantes conocen el lugar por varios nombres que se han popularizado como Pine Key y Paradise Island, pero más se le conoce como Beer Can Island. Loomis junto a varios amigos, entre ellos Cole Weaver, reunieron el dinero con el propósito de construir un bar tiki flotante en las costas de la isla. Sin embargo, al pasar los años la isla de Tampa se ha convertido más que eso, llegando hasta haber inflables para el disfrute de los bañistas.
El lugar ahora pasará a manos de otros empresarios que deseen aportar más a este precioso lugar de esparcimiento. El lugar donde se realizaron bodas con bellas imágenes, conciertos y se brindó comida y bebida de buena calidad se ha puesto a la venta.
«Todos somos empresarios y hemos hecho lo que podíamos hacer con la isla. Es hora de que pasemos la antorcha a alguien que pueda venir y hacer que la isla sea más grande», dijo Weaver.
El empresario dijo que cuando compró la propiedad hace años atrás permaneció allí por un período de 100 días continuos apoyando el bar y recibiendo a los turistas que iban a disfrutar en el hermoso lugar y así se ponía al corriente de cómo debían funcionar las cosas bajo su dirección y técnicas empresariales. Con el objetivo de hacer algo diferente y que captara la atención de los visitantes se dejó crecer la barba para aparentar ser un náufrago.
Rememora con mucho afecto cuanta variedad de personas acudió a la isla, entre ellos políticos, empresarios, atletas y personas de diferentes generaciones que visitaron el lugar a lo largo de muchos años.
«Simplemente (sería) conocer gente interesante todo el día, pasar el rato, festejar con ellos todo el día y luego llega la puesta de sol y desaparecen y estoy en una isla sola caminando como, ¿eso realmente sucedió?», dijo Loomis.
Afirmó, además que habilitaron varias membresías para que los turistas compraran en el bar, entre ellos precios de 9 dólares al mes y 499 dólares anuales, gracias a ellos lograron terminar con unos 4.500 miembros. Sin embargo, a pesar de esas buenas noticias su propietario decidió ponerle fin al destino de sol y playa en febrero de este año para ponerle un precio de 14.2 millones de dólares por su venta.
Las autoridades locales manifestaron su inquietud sobre la poca accesibilidad a la isla de los equipos de emergencia y de rescate, de acuerdo a lo que informaron medios locales, ejemplo de ellos fue cuando un joven turista se ahogó en la isla en el año anterior.
«Desafortunadamente, esas cosas pueden suceder en cualquier lugar», dijo Weaver, quien aseguró que su personal estaba capacitado para enfrentar cualquier incidente y aclaró que después que dejaron de ofrecer sus servicios la isla se convirtió en una «anarquía»
El propietario actual añadió que se valoran dos ofertas en el mercado; la primera, un comprador privado y la otra alguna persona que desee comprarlo por el bien de la comunidad y que garantice 1.000 dólares a los miembros que irían a una cuenta de depósito en garantía. «Ha sido un proyecto muy divertido», expresó Loomis quien aseguró que su propiedad está lista para ser vendida.
El vendedor argumentó que muchas personas están preocupadas por el futuro que pueda tener la isla una vez que se venda, ya que puede que no vuelva a estar a disposición del disfrute público como lo fue durante muchos años seguidos, no obstante, tiene fe en que se amplíe y mejore sus servicios. «Todavía hay mucho potencial en el futuro de este lugar», concluyó Loomis.