Un paciente con diabetes que se debatió entre la vida y la muerte en el Jackson Memorial Hospital a inicios de este año suscitó una gran polémica en ese centro médico tras llegar inconsciente y con un tatuaje en su pecho en el que podía leerse: «no me resuciten», reporta El Nuevo Herald.
Por su parte, un estudio publicado por la revista New England Journal of Medicine se hace eco sobre ese suceso, en el que los médicos enfrentaron un conflicto clínico y ético.
“El DNR del tatuaje del paciente provocó más confusión que claridad, dada las preocupaciones sobre su validez jurídica y las creencias, probablemente infundadas, de que los tatuajes pueden representar recordatorios permanentes de decisiones tomadas por una persona en condiciones de las que después se arrepiente”, asegura la publicación.
De esa manera los médicos decidieron ignorar el tatuaje y suministrarle antibióticos intravenosos y medicina para elevarle la pesión sanguínea, entre otras medidas para poder salvarle la vida.
Los expertos aseguraron que los médicos no debían ser tan «dogmáticos» aunque el tatuaje expresara un deseo de la persona. Pero los galenos, tras un momento de debate decidieron dejarlo morir, tal y como era su voluntad.
Momentos después del fallecimiento, los doctores encontraron una carta de la persona en la que reafirmaba su voluntad, y además, estaba validada por el Departamento de Salud de Florida.