El barrio de Wynwood ha experimentado una explosión inmobiliaria a partir de la década del 2000 en adelante gracias al interés de importantes desarrolladores que vieron una oportunidad de ofrecer grandes oportunidades residenciales para sus habitantes que también se tradujeron en beneficios financieros para ellos. Sin embargo, muchos imaginan que antiguamente ese vecindario era muy diferente y tienen toda la razón, hace 50 años esta localidad no era ni remotamente el destino turístico que tanto recomiendan ahora.
Una pareja que lleva viviendo más de 50 años en ese lugar explicó a BBC Mundo como se ha transformado al pasar de los años. Benedicta, una mujer puertorriqueña de 90 años explica la experiencia de vivir allí: “La gente me decía: ‘Cómo te vas a mudar ahí si ese barrio no sirve’”, dice la señora frente al jardín de la que fue su casa por un buen tiempo y hoy queda cerca de los murales que son conocidos en gran parte del mundo.
La señora se trasladó al barrio porque allí residía una prima suya que en ese momento vendía su casa en la cual Benedicta reside hasta hoy.
En los últimos 11 años el cambio de Wynwood ha sido tal que de recibir 240.000 visitantes en el año 2013 llegó a 13 millones el pasado año, según Wynwood Business Improvement District. La misma fuente destaca que en el 2021 los visitantes aportaron 590 millones de dólares lo que refleja el fuerte interés en la cultura callejera que allí se ofrece.
Las importantes inyecciones de capital han contribuido a que el barrio siga prosperando y abriendo nuevos negocios, entre ellos bares, nuevos apartamentos y oficinas, restaurantes y galerías de arte y a la vez permite que los residentes no se muden a otros lugares. En la actualidad el valor medio de un apartamento de una sola habitación en Wynwood es de 3.324 dólares mensuales según el sitio web de búsqueda de departamentos Zumper.
Miguel de 81 años de edad y quien es esposo de Benedicta, explica que el territorio de ser una comunidad de gente pobre hace medio siglo pasó a ser un lugar para millonarios. “Ahora esto es para millonarios, esto no es para pobres ya. Poco a poco nos han venido sacando. Un día de estos nos vamos también nosotros”, dijo el anciano. Asimismo, destaca que en aquellos tiempos había muchas personas del mismo pueblo de Puerto Rico con los cuales solía salir a fiestas, jugar dominó o billar en la zona.
Por su parte, Mariano Palenzuela, administrador de «El Bajareque» un restaurante que oferta comida boricua desde hace cuatro décadas y uno de los locales más emblemáticos de la zona dijo a la agencia de noticias que: “Wynwood era un mini Puerto Rico”. Dice Mariano que su local lo inauguró en la década de los 50 su abuela y desde entonces la titularidad del restaurante ha pasado de generación en generación, siendo él la cuarta persona que lo administra.
“Era la misma cultura que se vivía en Puerto Rico… Las parrandas que se celebraban en las Christmas. Ahora ya no se hacen porque ha cambiado mucho la comunidad, ya no hay tantos puertorriqueños como había antes, hay más edificios, más extranjeros”, explica con añoranza Palenzuela algunos momentos de su niñez.
Mariano agrega que en ese tiempo existía mucha criminalidad y violencia testimonios que coinciden con el de otros residentes. “En los tiempos aquellos el barrio era un poco más difícil. Había mucha violencia, mucha droga, muchos problemas con la policía, fuego, quemazón… De todo había aquí”, recordó el boricua.
Otros de los problemas que aquejaba a los residentes era el desempleo que en los años 70 llegó a alcanzar un 55% y el tráfico de drogas venía en aumento, por lo cual los inmigrantes trataban de irse rápido de allí. “Wynwood se consideraba una ‘comunidad trampolín’ para los nuevos inmigrantes. La meta de los inmigrantes de clase trabajadora era mejorar su posición económica para poder abandonar el barrio lo antes posible”, señala un documento de la Ciudad de Miami.
Después de que finalizara la II Guerra Mundial en 1945 el barrio en cuestión albergó disímiles empresas como fábricas de Coca Cola, fábricas textiles o American Bakeries Company que distribuía Merita Breads (marca de pan conocida en el sureste del país), todas ellas utilizaban la mano de obra puertorriqueña que llegaba a la localidad desde la isla caribeña para asentarse en el sur de Florida.
“Dondequiera que mi mamá y mi papá se mudaban, había parientes que se mudaban después muy cerca”, dijo en el podcast Miami History, David Martínez, quien es hijo de una de las primeras familias que se asentó en Wynwood. “Mi madre dejaba venir a vivir a casa a gente desplazada, que no tenía dinero, que hablaba español”, agregó en la conversación.
La influencia de los boricuas en este vecindario de Miami alcanzó tanta popularidad que en la década del setenta el Wynwood Park que se ubica cerca de la casa de Miguel y Benedicta y del restaurante El Bajareque, se le cambió su nombre por Roberto Clemente Park en homenaje al pelotero puertorriqueño que perdió la vida en un accidente aéreo.
Miguel considera que el territorio cambió considerablemente en todos los aspectos, pero todo a un costo considerable. “Esto ha crecido demasiado. Está bonito, pero cuando uno va a comprar se nota la diferencia. Antes yo iba con US$20 a la tienda a comprar y ahora con US$20 no puedo hacer nada”, afirmó el señor.
Sol, es una muchacha de 22 años que reside en Buenos Aires, Argentina y que llegó a Wynwood motivada por el arte callejero del que tanto se habla en las agencias de viajes y destinos turísticos le dijo a BBC Mundo: “Nos comentaron que antes era como un barrio bastante dejado y que ahora lo empezaron a restaurar y a abrir más locales, más arte y está más lindo”.
Sol hace referencia al Wynwood de hace 30 años atrás que se veía bastante dejado y que la recesión y desindustrialización estaba marcando considerablemente, pero fue en ese mismo período que se empezaron a asentar un grupo de artistas que contribuyeron al cambio panorámico de la zona. Gracias al financiamiento de la ciudad y el condado varios artistas compraron un edificio que pertenecía a una panificadora y lo transformaron en un centro taller artístico.
Una de sus artistas era Helene Pancoast quien en aquel momento ofreció declaraciones a The New York Times, “Sentimos que había llegado el momento de que Miami contara con un centro de arte, un lugar de encuentro para artistas visuales”. Uno de los centros que actualmente sigue funcionando en la ciudad es el Bakehouse Art Complex el cual se dedicó en aquella época a divulgar los conocimientos del arte.
Como se mencionó al inicio de este artículo a partir de la década del 2000 varios desarrolladores como David Lombardi y Tony Goldman aportaron al desarrollo del barrio. El primero se dedicó a comprar varias bodegas a precio baratos, cinco años después ya contaba con un condominio de 36 departamentos que vendió sacando buenos dividendos como provecho. Al respecto en una entrevista que dio en 2015 sobre su aporte al desarrollo de Wynwood dijo: “Me gusta decir que tomé mierda de pollo y la convertí en ensalada de pollo en este barrio. Cuando le metes arte y cultura, le sacas el mejor provecho a tu dinero».
En ese sentido Tony compró 25 propiedades en Wynwood entre el 2004 y 2006, según la página web de Goldman Properties y las transformó con mucha inteligencia. “En aquel momento, era un barrio de bodegas poco densificado con una comunidad artística emergente. Tony reconoció su gran potencial para evolucionar de forma emocionante y natural, y supervisó un plan maestro para crear una comunidad peatonal artística, de buen gusto y arquitectónicamente dinámica”, dice el sitio web de la compañía. Goldman ya tenía una trayectoria en esto de las inversiones puesto que era uno de los que transformó el barrio Soho de la Gran Manzana y South Beach en la Ciudad del Sol.
Goldman hace 15 años atrás financió el museo de arte callejero al aire libre Wynwood Walls el cual visitan más de 3 millones de turistas anualmente por ser una de las principales atracciones del barrio. Está dotado de obras de arte de más de 100 artistas internacionales en diferentes murales a los cuales se accede pagando una tarifa de 12 dólares por persona, antes era totalmente gratuito. Dos años después que se inauguró ya existía más de 100 locales de emprendimientos y negocios que se vinculaban al arte.
Marcos Feldman, quien es profesor de la Universidad Internacional de Florida (FIU) explicó en su tesis de doctorado dijo sobre estas transformaciones de Wynwood. «Mientras que en otras ciudades los movimientos de revitalización urbana asociados al arte fueron liderados por los propios artistas, a veces como parte de un movimiento social más amplio, en Wynwood los desarrolladores inmobiliarios lideraron el movimiento”.
Todo lo que se ha expuesto indudablemente ha facilitado que el sector inmobiliario aumente de forma notable. De hecho, en la actualidad se edifican modernos inmuebles residenciales que se entrelazan con pequeños negocios de bares, restaurantes que le dan mucha más vitalidad a la zona. Los murales que antes se encontraban en los viejos edificios ahora se funden en las paredes laterales de las nuevas construcciones.
“Necesitamos muchos más edificios residenciales para hacer que Wynwood esté vivo las 24 horas del día”, dijo Lombardi en una entrevista radial de la ciudad. Una medida que aprobó la legislatura de Florida el pasado año y que permite el avance de más proyectos constructivos es la anulación de un impedimento que existía de construir edificios de más de 12 pisos. De acuerdo con Miami Herald desde entonces las autoridades locales cuentan con cuatro propuestas para comenzar a levantar inmuebles de 19, 25, 39 y 48 pisos de altura.
Lorenzo, un artista italiano que visitó el vecindario en el mes de junio para instalar una exposición de forma temporal explicó a BBC Mundo que a pesar de esta transformación todavía existen espacios que recuerdan mucho al Wynwood del pasado. “Tienes unas cuantas calles en las que hay lugarcitos para tomar y comer, y si caminas un par de cientos de metros en otra dirección todavía puedes encontrar los restos de la ciudad que había antes”, dijo el italiano.
Los nombres de las calles, parque o las banderas puertorriqueñas ondeando en algunos lugares también dan fe de que en el pasado hubo gran presencia latina en esa localidad donde vivieron Miguel y Benedicta y que en su momento denominaron «el pequeño San Juan». Varios artistas puertorriqueños llegan a este vecindario a aportar su arte, entre ellos David Zayas quien junto a Alexis Díaz dejaron sus huellas el pasado año.